Otegi en La Sexta ayer por la noche.
La obscena pregunta recurrente del preguntador: ¿Qué se siente...? [cuando ETA mataba, ante las víctimas, frente a tal o cual tropelía etarra...] al ex terrorista, como si tuviera la menor importancia lo que Otegi sintió, siente y sentará sobre estos temas.
La mera normalidad de la entrevista es una obscenidad. Que haya cumplido su pena Otegi no lo convierte en un persona respetable y cuyas opiniones hayan de interesar al público en general; y dado que como líder político está inhabilitado, como tal inhabilitado no debería poder opinar en un medio de ámbito nacional; ni siquiera como analista u opinador. Siquiera sea por respeto a las víctimas de ETA.
Una vez en marcha el show, el cuestionario debería haberse ceñido a la actividad criminal de él y de la banda, a sacarle detalles de sus andanzas, y no convertirse en una suerte plataforma preelectoral.
Si lo que buscaba La Sexta con este tipo de programas populistas era el lado humano (vulgo, lo morboso), ¿por qué no un cara a cara de Otegi con víctimas de la ETA pero en directo y sin cuestionario previo?
De hecho sólo la breve sección de la preguntas en diferido de la víctima Sara Buesa y la hija de López Lacalle tuvo un interés humano.
Pero políticamente fue muy relevante una frase: "Habrá pocas familias en el País Vasco que no tengan dentro un militante de ETA", dijo Otegi. Y Évole se quedó tan ancho.
Las familia raras, esas que no tienen dentro lo que hay que tener, que se preparen.
Oído cocina.