lunes, 14 de noviembre de 2016

The monkeys and the half-pence

¿Trump hará un gabinete a su imagen y semejanza?

De momento coloca a su derecha a Bannon, antisemita y sexista, un agitado(r) de la extremísima.

¿Pondrá de vice a Pence el creacionista?

Veamos preventivamente qué opina Dawkins aquí (minuto 2) sobre el monosabio Pence y sus teorías antediluvianas.


Los colaboracionistas del terror

El edito de Charlie, cuando se cumple un año de lo del Bataclan.
Nada que añadir, comme d'habitude.


Aquí en tradu exprés.

Especie en vías de extinción

Un año después, ¿qué queda de lo del Bataclan? Después de la matanza del 13 de noviembre de 2015, muchas voces proclamaron que nada ni nadie iba a cambiarles su estilo de vida. Un año más tarde, esta frase se ha vuelto menos frecuente porque, en realidad, nuestro estilo de vida ha cambiado; vaya que si lo ha hecho. Hemos aprendido a mirar a nuestro alrededor en la calle, a informar de paquetes sospechosos, a memorizar las caras de tipos poco de fiar y, durante los conciertos, a identificar dónde se encuentran las salidas de emergencia. Por si las moscas.
El Bataclan volverá a abrir. Como Charlie Hebdo pocas semanas después del 7 de enero: había que seguir a toda costa para que los fascistas que nos querían con la cabeza gacha no se salieran con la suya.
Pero estos atentados han causado otros daños, aparte de los causados en una sala de espectáculos o en la de redacción de una revista. Hay un lugar devastado por el terrorismo y respecto en el que no piensa inmediatamente el público en general: el pequeño mundo de los intelectuales. Las víctimas de esta guerra de ideas no fueron ni enterrados ni se vieron amputados, pero sí insultados, desacreditados, vilipendiados. Desde hace casi dos años, los debates sobre el terrorismo islamista concitan una violencia y un odio cada vez más palpables.
Ya el día 23 de enero de 2015, en el plató de Canal +, Edwy Plenel declaraba: "No creo que, en el debate público, se pueda tomar todo a broma. A los dibujantes, los defiendo, los apoyo, pero el odio no puede tener como excusa el humor y la burla es condenable cuando ataca a las personas y las identidades". Fue el pitido inicial de una campaña para desacreditar a las víctimas de Charlie Hebdo y hacerlas responsables de su suerte por haber publicado las dichosas caricaturas. A continuación, nos tocó sufrir los desvaríos de Emmanuel Todd, quien difamaba a los manifestantes el 11 de enero, a los que califica de zombis reaccionarios y catolicuchos de raza blanca. Pero después de lo del Bataclan, otras explicaciones fueron improvisadas con el fin de hacer ilegibles las verdaderas causas de los atentados. Los terroristas se convertían así en pobrecitos desnortados en una sociedad capitalista de hombres blancos dominantes y neocolonialistas. Luego le llegó el turno a la explicación psiquiátrica según la cual a los asesinos no les funcionaba bien la cabeza. Cada seis meses aparecía una nueva teoría tan enrevesada como la anterior para mantener vivas las operaciones estratégicas de diversión, como la del radicalismo que habría revestido los ropajes del Islam para expresar una violencia primigenia y legítima presente en cada generación. Cualquier persona puede imaginar la explicación que más le plazca: no será ni más descabellada ni menos deshonesta que todo lo que han escritos estos estafadores desde hace dos años. Pues uno tiene derecho a escribir lo que quiera sobre los atentados, e incluso derecho a equivocarse. Pero cuando, después de dos años, se sigue escuchando este chamuyado de echadoras de cartas, se tiende a ser menos indulgente. La verdad que nadie quiere reconocer es que, un año después de lo del Bataclan, a los que continúan buscando explicaciones (que, en realidad, son meras excusas) no les desagrada ver que se ha logrado el objetivo de los ataques: desestabilizar a la sociedad francesa. Debajo de las lágrimas de cocodrilo y las condenas para la galería, los asesinos suscitan admiración en estos intelectuales-colaboracionistas para quienes aquéllos tuvieron el coraje de matar a dibujantes y a periodistas a los que éstos despreciaban, de asesinar a policías instrumentos de la represión policial... "que se lo merecían", de masacrar durante un concierto  a un público-consumista-aborregado, de aplastar a esos espectadores demasiado chovinistas que no deberían haber ido a ver los fuegos artificiales el día de la fiesta nacional o de degollar a un viejo sacerdote proveedor de valores demasiado cristianos. Al igual que en relación con Charlie Hebdo, acusado de ser el artífice de su propia desgracia, estos ideólogos creen que las víctimas de todos estos ataques se merecían un poquito lo que les sucedió.

Francia es un país con tradición de colaboracionismo.

Contrariamente a la creencia popular, Francia no es un país de tradición cristiana. Francia es una nación de tradición colaboracionista. Los colaboracionistas más infames se encuentran siempre en las filas de los intelectuales. Estos son los peores, porque están más preparados que nadie para entender los resortes ocultos de la arbitrariedad; y, por el contrario, obran  por hacerlos más oscuros y aún más difíciles de combatir. Los dos años transcurridos nos han hecho redescubrir el nauseabundo hedor de la Francia de entre 1940 y 1944. El olor de la cobardía, del oportunismo, del chaqueteo y de la colaboración con el terror.
La descomposición ideológica de la izquierda no ha sido causada exclusivamente por los políticos, como está tan de moda proclamar cuando se acerca un año de elecciones. Una parte de la izquierda intelectual ha jugado un papel quizás aún más destacado a la hora de asaltar la laicidad y,  simultáneamente, amordazar toda crítica contra las religiones y el Islam.
Dejemos lo más divertido para el final y escuchemos a Michel Serres: "Miremos los números y las estadísticas de frente: el terrorismo es la última causa de muerte en el mundo. Los homicidios están disminuyendo. El tabaco, los accidentes de tráfico o incluso los delitos relacionados con la libertad de portar armas matan a más gente que el terrorismo. Los ciudadanos contemporáneos tienen una probabilidad entre diez millones de morir por culpa del terrorismo, ¡cuando tienen una entre 700 000 de ser aplastados por un asteroide...!".

A este ritmo, estadísticamente, el intelectual francés  de izquierdas tiene mil millones más de probabilidades de desaparecer de la faz de la tierra que las nutrias o los escarabajos peloteros.


Riss in Charlie Hebdo

Ici en VO payante.

La guerre est finie

Putin es adulado por la Rusia profunda, y Trump dice cosas tan elementales como éstas: "Retirarnos de Europa nos ahorraría cientos de millones que más valdría  emplear en otras cosas.

La guerra fría ha acabado por fin... pero la ha ganado los otros.


Thibaudet & the Fuck Off Day

"Sólo cuando las cosas ocurren vemos cuán previsibles eran..."
Albert Thibaudet.


El mismo electorado que hizo el Brexit hizo a Trump, y hará a muchos más...

El cabreado sabe ya que puede permitirse un fuck off day; y no se privará de ello.





El fiscal del rey

Ante el nombramiento de Maza como Fiscal General del Estado, esta tribuna de Gómez de Liaño.
Aquí.

La sentencia del tiempo, como siempre, dirá.

Ante la puerta dorada

Trump, ante su puerta dorada de la Torre homónima, habla de expulsar a 3 millones de ilegales con antecedentes.
Obama en los primeros 6 años de sus mandatos expulsó a 2,8 millones, la mitad de los cuales sin antecedentes.

Trump habla de que Europa deberá pagar su propia seguridad militar. Los países europeos tendrán que dedicar más fondos a este capítulo de defensa, y ponderar si ese dinero ha de venir del Estado del bienestar u otras partidas; o bien replantearse la seguridad común.

España gasta el 1,5% del PIB en defensa, un porcentaje parecido al de Luxemburgo.

SirJohn y el laberinto español

Sir John, un extranjero que mira a España desde hace siglos.
Aquí.
Y esta respuesta, clarividente.

Llama la atención que, al contrario que en Reino Unido y muchos otros países europeos, en España no haya surgido ningún partido xenófobo o de ultraderecha.
Eso me ha impresionado mucho. En parte creo que es un resultado del tipo de inmigración. La inmigración de América Latina se asimila fácilmente, la de Rumanía también.