domingo, 24 de julio de 2016

El estrés es cosa de soberanos

Peter Sloterdijk es uno de los pensadores más originales de las últimas décadas.
En un conferencia trató el tema de la libertad y el estrés, éste como constitutivo de las identidades colectivas.
Aquí.

En España el estrés por la identidad nacional ha bajado muchos enteros, y de ahí el resurgir febril del independentismo catalán, que ha hallado un campo donde expansionarse.

Pero como la identidad española está tan fofa, lo más probable es que el independentismo acabe desinflándose, por falta de reacción circundante.
Cantinflas habría dicho: "por falta de ignorancia".




El trío casto y el tronco común

Gallego-Díaz toca una cuestión capital: la de la moralidad en política.
Aquí.
El reverso es tan triste como conocido: se ha demostrado que en este país de todos los demonios un partido puede robar, mentir, no colaborar con la justicia, incumplir promesas y ponerse el mundo por montera y que 3 de cada 4 de sus votantes lo siguen votando.
Me refiero al PP, al PSOE, a Convergència, tres partidos que más que casta parecen castos a ojos de sus electores, hagan lo que hagan.
El argumento es el de siempre: el y tú más, o el y los otros son aún peores.

Desde lejos he de advertir, que por eso no me pagan, que en un país semi serio, esto no suele pasar. Y que si a alguien nos parecemos, en muchas cosas como ésta, es al México del PRI o a la Argentina peronista, con lo cual cabría plantearse si la colonización no ha sido un asunto de ida o de vuelta.

Pero la ciencia diría más bien, por mor del evolucionismo, que hay que considerar que todo provenga de un mismo tronco común.

El último eslabón entre la democracia y allí done la espalda de ésta pierde su casto nombre.






No al viaje al pasado

Por fin se ha puesto nombre y apellidos a los 10 votos fantasmagóricos que fueron a parar al talgo de la candidatura de Rosa Romero del PP (83 en vez de 73), y no al de la de Prendes de C's, como siguen insistiendo, malévolamente, algunos opinadores.

Ahora la última especie es que C's habría sabido de tal dopaje nacionalista en las votaciones a la Mesa.
Lo relevante, sin embargo, es que ya salió el peine: 7 votos de diputados convergentes, dos de los peneuvistas y el restante de la solitaria Ana Oramas, la canaria de Coalición Ídem.
Se le ahorró el trance a los portavoces Homs y Esteban, que vieron así salvado su honor perdido de khatarinos blums...
El peine resulta que no es tanto el chalaneo de poder tener un grupo parlamentario “los demócratas catalanes” (manda peines),  o una presencia en la Mesa del Senado que no les correspondía a los sabinistas, peccata minuta, sino granjearse el apoyo de estas formaciones con vistas a aprobar los presupuestos peperos y defender el núcleo duro del programa económico del PP; y es que con C’s, entienden los populares, no bastaría ante el previsible Frente Popular Legislativo PSOE-Podemos- ERC que se avecina en el Congreso y que suman la coqueta y científica cifra de 165 votos, más dos de propinas batasuna, 167 NOES, que es mucho no, y que da la clave a los convergentes y a los aranistas millenials

 A todo esto algunos lo llaman el noble arte de la política, o del parlamentarismo, o del pactismo, o de lo siempre.
Otros vemos en todo ello la faz más prostitucional de la política y el abandono de todo principio moral.

A C’s la abstención técnica.por-sentido-de-Estado, para ayudar a  salvar meramente el trámite de la investidura de Rajoy, se le debe de estar ya atragantando en medio de la gola. 

La jugada del pacto bajo mesa congresual sólo beneficia, si se examina bien, a populares y a nacionalistas, por lo ya expuesto; pro asimismo a socialistas y a podémicos, cheque en blanco para ejercer de desleal oposición; y poder ir soltando gritos de vierge effarouchée ante “el pacto de las derechas”.

Si a Rivera le queda un adarme de instinto de supervivencia debería saltar en marcha de este convoy de la muerte que viaja hacia el pasado a marchas forzadas y en el que los ciudadanos apenas representan el papel de gozne- figurantes.
Y encarar valientemente unas terceras elecciones con el ánimo limpio y propósito de volver a representar esa función  para la que nacieron y cuyo atrezzo nunca debieron de dejar empolvar en los baúles de sus carromatos: la gran función del reformista  asalto al poder, con un programa lo bastante detallado (y atractivo en sus detalles) y concreción como para que PP y PSOE se les pongan a temblar las canillas y acaben de consumar su profiláctica caída iniciada el ahora tan lejano 20-D:  por decrepitud moral y a la espera de su resucitación.
Y que el enemigo de "los ciudadanos", en su doble acepción, sea Podemos, su gentecilla y su aventurerismo populista.

Ciudadanos frente a gente. That is the question. En Dinamarca y en España.

 U otro tipo de bipartidismo, si se quiere. El de los nuevos partidos.

O bien, a malas, intentar revivir el pacto del Abrazo, pero esta vez con lista de boda, gobierno en ciernes  y gananciales.

En todo caso, terceras elecciones, mejor ahora que de aquí uno o dos años, con el país y Europa en caída libre.

Bisagreando

Carlos Herrera achuchando al C's: qué manía con que respalde al PP de Rajoy y entre en el Gobierno. A medio y largo plazo es un suicidio, nunca una bisagra ha sobrevivido al portón, o se hunde con él, o él lo hunde.
Nadie me ha dado todavía un ejemplo en contrario en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

Aquí.