miércoles, 31 de agosto de 2016

Pantomima

Ha finalizado el debate con el resultado esperado: 170 síes para Rajoy frente a 180 noes, y el viernes ocurrirá, salvo milagro, lo mismo.

Cabe preguntarse sobre la finalidad de un debate en el que se conoce de antemano el resultado final.

El desafecto o asqueo de los ciudadanos a los políticos sólo puede ir en aumento con estos ejercicios de pantomima parlamentaria.


El debate de hoy sólo ha servido para escenificar una frustración colectiva (y para que los independentistas se hagan un poco de propaganda gratis).


Terceras, ya.






Corbata morada

Rivera se ha puesto hoy en el debate de desinvestidura una corbata no azul, no roja, ni siquiera naranja, que es su color.
Se la ha puesto violeta, el color de... Podemos.

El mensaje subliminal es claro: somos los revolucionarios del cambio pero del cambio "con" corbata.


En su discurso razonable y razonado del mal menor: 150 medidas para mejorar España,  Rivera encarna la filosofía de la razón práctica.

Un gran discurso, lástima que sea como clamar en el desierto.



Rajoyismo

A las 11h 22, Rajoy llama por enésima vez "señor" Presidente a Ana Pastor, y a Iglesias lo llama "Sánchez".

Pero entonces se lanza a sus ironías cachazudas, en las que es el rey y vuelve su mordacidad y vehemencia, que le hacen parecer un señor motivado y comprometido.

Sólo ante la crítica se crece, sólo a la contra sabe nadar.







Neoaggiornamento

El cura en el funeral por los muertos del terremoto ha dicho que no es dios sino la (mala) obra de los hombres lo que ha matado a las víctimas, en alusión a los problemas de los inadecuados materiales utilizados en las casas afectadas por el seísmo.
Aquí.
Es casi la primera vez que la religión católica le pasa el muerto, nunca mejor dicho, a la chapuza y la mala cabeza y avaricia del ser humano y al urbanismo en achaque de tragedias por causas naturales, como lo es un terremoto, un maremoto, una inundación.
Este neoaggiornamento de la religión católica comprometida con la realidad y la verdad marca, ciertamente, un hito.

El problema es a quién culpar cuando es un rayo el que parte al cordero de dios.