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jueves, 29 de septiembre de 2016
Los hechos y los golperos
Los hechos son éstos: el sábado iba a haber una reunión del Comité federal, convocado por Sánchez, para validar (o no) su idea de primarias en octubre y de un congreso en diciembre.
Ayer, 17 miembros del Comité, que hubieran podido oponerse el sábado a las ideas de Sánchez e incluso ser mayoría en esa oposición, decidieron en cambio dimitir para forzar la dimisión de Sánchez y de su equipo.
Estos 17 miembros dimisionarios no están solos: actuaron como lo hicieron ayer porque representan a a muchos líderes territoriales, y ex dirigentes influyentes, y probablemente a muchos militantes y muchos más votantes socialistas.
Sin embargo, eso no justifica este golpe de mano, este desprecio a las normas internas (forzando unas reglas de funcionamiento de manera torticera, o fantasiosa, por mera analogía con las "gestoras" que se crean en los casos de las agrupaciones territoriales del PSOE: en ningún momento las normas internas hacen decaer la legitimidad de un Secretario General con esa dimisión a 17: esto es una interpretación sin base; es, en efecto, un "atajo", un "golpe". Lo único que provocan las 17 dimisiones es la convocatoria automática de un Comité Federal, que es lo que se iba a celebrar de todos modos el sábado; ahora se deliberará sin ellos; ¿absurdo no?).
Es legítimo querer derribar a Sánchez, y no seré yo quien defienda las decisiones políticas de Sánchez, pero querer derribarlo de esta manera, sin el menor respeto por los procedimientos y al margen de la militancia y de la votancia socialista, deslegitima por completo a los oponentes a Sánchez, que hoy son ya meros golperos.
Ni siquiera tienen a un nombre que encabece la revuelta y, por tanto, no llegan ni a golpistas.
Que sea Felipe González, falso jarrón chino, quien haya abierto la veda contra Sánchez y atizado a la jauría, y ello a cuenta de una conversación privada con Sánchez previa a la decisión del Comité Federal que mandató a Sánchez con un doble NO a Rajoy y al PP, añade más oprobio a la vergüenza o viceversa.
Ayer, 17 miembros del Comité, que hubieran podido oponerse el sábado a las ideas de Sánchez e incluso ser mayoría en esa oposición, decidieron en cambio dimitir para forzar la dimisión de Sánchez y de su equipo.
Estos 17 miembros dimisionarios no están solos: actuaron como lo hicieron ayer porque representan a a muchos líderes territoriales, y ex dirigentes influyentes, y probablemente a muchos militantes y muchos más votantes socialistas.
Sin embargo, eso no justifica este golpe de mano, este desprecio a las normas internas (forzando unas reglas de funcionamiento de manera torticera, o fantasiosa, por mera analogía con las "gestoras" que se crean en los casos de las agrupaciones territoriales del PSOE: en ningún momento las normas internas hacen decaer la legitimidad de un Secretario General con esa dimisión a 17: esto es una interpretación sin base; es, en efecto, un "atajo", un "golpe". Lo único que provocan las 17 dimisiones es la convocatoria automática de un Comité Federal, que es lo que se iba a celebrar de todos modos el sábado; ahora se deliberará sin ellos; ¿absurdo no?).
Es legítimo querer derribar a Sánchez, y no seré yo quien defienda las decisiones políticas de Sánchez, pero querer derribarlo de esta manera, sin el menor respeto por los procedimientos y al margen de la militancia y de la votancia socialista, deslegitima por completo a los oponentes a Sánchez, que hoy son ya meros golperos.
Ni siquiera tienen a un nombre que encabece la revuelta y, por tanto, no llegan ni a golpistas.
Que sea Felipe González, falso jarrón chino, quien haya abierto la veda contra Sánchez y atizado a la jauría, y ello a cuenta de una conversación privada con Sánchez previa a la decisión del Comité Federal que mandató a Sánchez con un doble NO a Rajoy y al PP, añade más oprobio a la vergüenza o viceversa.
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