domingo, 1 de enero de 2017

Deconstruir a Chomsky



Este artículo publicado en la revista Scientific American el 7 de septiembre de 2016 por  Paul Ibbotson y Michael Tomasello, que, sin duda, agradaría a Judith Rich Harris y a su teoría de los módulos compartidos de múltiples usos en la individuación humana.
           
Aquí en V.O. 

Y aquí en tradu exprés:



Las pruebas refutan la teoría del aprendizaje
             del lenguaje de Chomsky
 


 
Gran parte de la revolución de Noam Chomsky en la lingüística –incluida su tesis sobre la forma en que aprendemos las lenguas– está siendo invalidada.

Sumario:

• Noam Chomsky ha sido un gigante imponente en el campo de la lingüística durante muchas décadas, famoso por su conocida teoría de la gramática universal.

• La idea de Chomsky de un cerebro conectado a una plantilla mental específica para la gramática ha sido cuestionada por la falta de evidencias en los estudios de campo sobre lenguas.

• Su teoría ha cambiado varias veces para explicar excepciones que iban en contra de sus postulados originales, marcando un retroceso respecto a sus ambiciosos orígenes.

• Las alternativas a la gramática universal plantean que los niños que aprenden el lenguaje usan habilidades cognitivas generales y leen las intenciones de las otras personas.


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La idea de que tenemos cerebros cableados a una plantilla mental para el aprendizaje de la gramática –algo defendido por Noam Chomsky, del Massachusetts Institute of Technology– ha dominado la lingüística durante casi medio siglo. Recientemente, sin embargo, científicos cognitivos y lingüistas han abandonado en masa la teoría de la Gramática Universal de Chomsky debido a nuevas investigaciones que examinan muchos idiomas diferentes y la manera en que los niños aprenden a entender y a hablar las lenguas de sus comunidades. Todos estos trabajos no respaldan las afirmaciones de Chomsky.
Los trabajos sugieren una visión radicalmente diferente en la que el aprendizaje del primer idioma de un niño no se basa en un módulo gramatical innato. En cambio, la nueva investigación muestra que los pequeños utilizan diversos tipos de pensamiento que pueden no ser en absoluto específicos del lenguaje, tal como la capacidad de clasificar el mundo en categorías (personas u objetos, por ejemplo) y la de comprender las relaciones entre las cosas. Estas habilidades, junto con la especial habilidad humana capaz de captar lo que otros tienen la intención de comunicar, permiten que surja el lenguaje. Los nuevos hallazgos indican que si los investigadores realmente quieren entender cómo los niños, y otros humanos, aprenden los idiomas, han de abandonar las teorías de Chomsky para obtener alguna orientación.
Esta conclusión es importante porque el estudio del lenguaje desempeña un papel central en diversas disciplinas, desde la poesía hasta la propia lingüística pasando por la inteligencia artificial; y es que métodos equivocados conducen a resultados cuestionables. Además, el lenguaje es utilizado por los seres humanos en formas que ningún animal puede igualar; y si entiendes lo que es el lenguaje, comprendes un poco mejor lo que es la naturaleza humana.
La primera versión de Chomsky de su teoría, planteada a mediados del siglo XX, enlazaba con dos tendencias emergentes entonces en la vida intelectual de Occidente. En primer lugar, postulaba que los idiomas que las personas usan para comunicar en la vida cotidiana se comportaban como los lenguajes matemáticos del nuevo campo de la informática. Su investigación buscaba la estructura computacional subyacente del lenguaje y proponía un conjunto de procedimientos que crearían oraciones "bien formadas". La idea revolucionaria era que un programa similar al de un ordenador pudiera producir oraciones que las personas pensaban que eran gramaticales. Ese programa también podría supuestamente explicar la forma en que las personas generaban sus frases. Esta manera de hablar sobre el lenguaje tuvo éxito entre muchos académicos ansiosos de abrazar un enfoque computacional en...  bueno... en todo.
Mientras Chomsky estaba desarrollando sus teorías computacionales, también estaba proponiendo simultáneamente que éstas estaban enraizadas en la biología humana. En la segunda mitad del siglo XX se fue haciendo más claro que nuestra extraordinaria historia evolutiva es la responsable de muchos aspectos de nuestra singular psicología humana, por lo que aquella teoría halló eco en ese nivel también. La Gramática Universal fue presentada como un componente innato de la mente humana y prometía revelar los profundos fundamentos biológicos que subyacen en las más de 6 000 lenguas humanas del mundo. Las teorías científicas más poderosas, por no decir las más bellas, quieren revelar una unidad oculta bajo la diversidad superficial, así que la teoría mostró un atractivo inmediato.
Pero las evidencias han dejado atrás las teorías de Chomsky, que han estado declinando hacia una lenta muerte durante años. Y si están muriendo tan lentamente es porque, tal como el físico Max Planck dejó dicho, los universitarios más veteranos tienden a aferrarse a los viejos métodos y "la ciencia progresa de funeral en funeral".

EN EL PRINCIPIO

Las primeras encarnaciones de la gramática universal en los años sesenta tomaron como punto de partida la estructura subyacente de las lenguas europeas estándar, las que hablaban la mayoría de los lingüistas que trabajaban sobre ellas. Por lo tanto, el programa de la gramática universal operaba sobre retazos de lenguaje, tales como frases nominales ("A los perros simpáticos") y frases verbales ("les gustan los gatos").
Muy pronto, sin embargo, las comparaciones lingüísticas entre múltiples idiomas comenzaron a no encajar en este esquema tan nítido. Algunas lenguas nativas de Australia, como  el Warlpiri, tenían elementos gramaticales diseminados por todas las partes de la oración –las frases nominales y verbales no estaban "cuidadosamente empaquetadas" para poder ser conectadas a la gramática universal de Chomsky
, y algunas frases carecían de partes verbales.
Estos llamados valores atípicos eran difíciles de conciliar con la gramática universal, que se basaba en ejemplos de lenguas europeas. Otras excepciones a la teoría de Chomsky procedían del estudio de las lenguas ergativas, como el vasco o el urdu, en las que la forma en que se usa una oración de sujeto es muy diferente a la de muchas lenguas europeas, desafiando así nuevamente la idea de una  gramática universal.
Estos hallazgos, junto con todo un trabajo lingüístico teórico, llevaron a Chomsky ya sus seguidores a una revisión en profundidad de la noción de gramática universal durante los años ochenta. La nueva versión de la teoría, llamada "de principios y parámetros", reemplazó una sola gramática universal para todas las lenguas del mundo por un conjunto de principios "universales" que rigen la estructura del lenguaje. Estos principios se manifestaban de manera diferente en cada idioma. Una analogía podría ser que todos nacemos con un conjunto básico de gustos (dulce, amargo, agrio, salado y umami) que interactúan con la cultura, la Historia y la geografía para producir las variaciones actuales de la cocina mundial. Los principios y parámetros eran la analogía lingüística de los gustos. Interactuaban con la cultura (daba lo mismo que un niño aprendiera japonés o inglés) para producir la variación en las lenguas actuales así como para definir el conjunto de lenguas humanas que eran posibles.
Idiomas como el español forman frases completamente gramaticales sin necesidad de sujetos separados: por ejemplo,  "Tengo zapatos", en las que la persona que tiene los zapatos, "Yo", no queda indicada por una palabra separada sino por la desinencia "-o" que termina  el final del verbo. Chomsky pretendía que tan pronto como los niños encontraban algunas frases de este tipo, sus cerebros pondrían el interruptor en "encendido", indicando de este modo que el sujeto de la oración debía ser eliminado. Entonces sabrían que podrían saltarse el sujeto en todas las frases de este tipo.
El parámetro "suprimir sujeto" supuestamente también determinaba otras características estructurales del lenguaje. Esta noción de principios universales se ajusta razonablemente bien a muchas lenguas europeas. Pero  resulta que los datos de lenguas no europeas no se ajustaban a la versión revisada de la teoría de Chomsky. De hecho, la investigación que había intentado identificar parámetros como el de la supresión del sujeto, en última instancia llevó al abandono de la segunda encarnación de la gramática universal debido a su falta de consistencia ante este tipo de críticas.
Más recientemente, en un famoso artículo publicado en Science en 2002, Chomsky y sus coautores describieron una gramática universal que incluía una sola característica, llamada la recursión computacional (si bien muchos defensores de la gramática universal todavía prefieren afirmar que hay muchos principios y parámetros universales). Este nuevo cambio permitía combinar un número limitado de palabras y reglas para realizar un número ilimitado de oraciones.
Dichas infinitas posibilidades existen debido a la manera en que la recursión incorpora una frase dentro de otra frase del mismo tipo. Por ejemplo, en algunas lenguas occidentales se pueden incrustar segmentos a la derecha ("Juan espera que María sepa que Pedro está mintiendo"), o incrustarlos en el centro ("El perro que el niño que vio que al gato persiguió ladró"). En teoría, es posible seguir incrustando estas fases infinitamente. En la práctica, la comprensión comienza a griparse cuando las secuencias se apilan unas encima de otras como en estos ejemplos. Chomsky pensaba que esto no estaba directamente relacionado con el lenguaje en sí; que más bien era una limitación de la memoria humana. Más importante aún, Chomsky propuso que esta capacidad recursiva es lo que distingue al lenguaje de otros tipos de pensamiento como la categorización y la percepción de las relaciones entre las cosas. También ha propuesto recientemente que esta capacidad surgió de una única mutación genética ocurrida entre hace 100 000 y 50 000 años.
Igual que antes, cuando los lingüistas examinaron la variación de las lenguas del mundo, encontraron contraejemplos a la afirmación de que este tipo de recursión era una propiedad esencial del lenguaje. Algunas lenguas –la Pirahã amazónica, por ejemplo– parecen apañárselas sin la recursión chomskyana.
Como todas las teorías lingüísticas, la gramática universal de Chomsky intenta realizar un acto de equilibrio. La teoría tiene que ser lo suficientemente simple como para valer la pena. Es decir, debe predecir algunas cosas que no están en la propia teoría (de lo contrario es sólo una lista de hechos). Pero la teoría tampoco puede ser tan simple que no pueda explicar las cosas que debería. Tomemos la idea de Chomsky de que las frases en todas las lenguas del mundo tienen un "sujeto". El problema es que el concepto de sujeto es más un "parecido de rasgos familiares” que una categoría nítida. Alrededor de treinta rasgos gramaticales diferentes definen las características de lo que es un sujeto. Cada idioma sólo tendrá un subconjunto de estas características; y además los subconjuntos a menudo no se solaparán con los de otros idiomas.
Chomsky trató de definir los componentes de la caja de herramientas esencial del lenguaje: el tipo de maquinaria mental que permite que surja el lenguaje humano. Cuando se han encontrado contraejemplos, algunos defensores de Chomsky han respondido que sólo porque un lenguaje carezca de determinada herramienta (la recursión, por ejemplo), ello no significa que ésta no se encuentre dentro de la caja de herramientas. De la misma manera, sólo porque una cultura carezca de sal para sazonar la comida, eso no significa que lo salado no esté en su repertorio de gustos básicos. Desafortunadamente, esta línea de razonamiento hace que las propuestas de Chomsky sean difíciles de probar en la práctica y que,  en algunos casos, se acerquen a algo que no puede ser falsado.

SENTENCIA DE MUERTE 

Un defecto decisivo en las teorías de Chomsky es que cuando se aplica al aprendizaje de idiomas, éstas estipulan que los niños pequeños vienen equipados con la capacidad de formar oraciones usando reglas gramaticales abstractas. (Las más precisas dependen de la versión de la teoría que se invoque). Sin embargo, muchas investigaciones muestran ahora que la adquisición del lenguaje no tiene lugar de esta manera. Niños bastante pequeños comienzan a aprender patrones gramaticales simples; luego, poco a poco, intuyen las reglas que hay detrás, una por una.
Por lo tanto, los niños inicialmente hablan sólo con construcciones gramaticales concretas y sencillas basadas en patrones específicos de palabras: "¿Dónde está X?"; "Quiero X"; "Más X"; "Es  X"; "Yo X esto"; "Pon X aquí"; "Mamá está haciendo X"; "Vamos a X"; "Tira X"; "X se ha ido"; "Mamá X"; "Yo hice X"; "Siéntate en la X"; "Abre X"; "X aquí"; "Hay un X"; "X está roto". Más tarde, los niños combinan estos primeros patrones con otros más complejos, como "¿Dónde está la X que Mamá Xó?", etc.
Muchos defensores de la gramática universal aceptan esta caracterización del temprano desarrollo gramatical de los niños. Pero luego entienden que cuando surgen construcciones más complejas, esta nueva etapa refleja la maduración de una capacidad cognitiva que utiliza la gramática universal y sus categorías y principios gramaticales abstractos.
Por ejemplo, la mayoría de los enfoques de gramática universal postulan que un niño forma una pregunta siguiendo un conjunto de reglas basadas en categorías gramaticales tales como "¿Qué (objeto) has (auxiliar) perdido (verbo) tú (sujeto)?". Respuesta: "Yo (sujeto)  perdí (verbo) algo (objeto).” Si este postulado es correcto, entonces en determinado periodo de desarrollo los niños deberían cometer errores similares en todas las oraciones interrogativas. Pero los errores de los niños no encajan con esta predicción. Muchos de ellos, muy pronto en su desarrollo cometen errores tales como: "¿Por qué puede no él venir?", pero al mismo tiempo que cometen este error –poner el "no”  antes de “él” y de "venir "– forman correctamente otras preguntas con verbos auxiliares, como la oración "¿Qué ha dicho él?".
Los estudios experimentales confirman que los niños producen frases interrogativas con auxiliares correctas muy a menudo, mientras siguen cometiendo errores en frases interrogativas que contienen otras (a menudo menos frecuentes) combinaciones de auxiliares e interrogativas: "¿Por qué puede él no venir?".
La principal respuesta de los gramáticos universales a estos hallazgos es que los niños tienen la competencia gramatical pero que otros factores pueden impedir sus producciones y, por tanto, ocultar tanto la verdadera naturaleza de su gramática como obstaculizar el estudio de la gramática "pura" postulada por la teoría lingüística de Chomsky. Entre los factores que enmascaran la gramática subyacente, dicen, se incluyen la memoria inmadura, la atención y las habilidades sociales.
Sin embargo, la interpretación chomskyana de la conducta de los niños no es la única posibilidad. La memoria, la atención y las habilidades sociales pueden no enmascarar el verdadero estatuto de la gramática; más bien pueden ser parte integral en la construcción del lenguaje. Por ejemplo, un estudio reciente (uno de cuyos coautores es uno de nosotros [Ibbotson]) ha demostrado que la capacidad de los niños para producir por ejemplo  participios irregulares
como: "Rompo el juguete/ el juguete que he roto (y no: que he “rompido”) está asociado con su capacidad de inhibir una respuesta atractiva que no estaba relacionada con la gramática: igual que decir la palabra “luna”cuando se mira una fotografía del sol. Más que la memoria, las analogías mentales, la atención y el razonamiento acerca de las situaciones sociales que se interponen en el camino de los niños que expresan la gramática pura de la teoría lingüística chomskyana, todas estas facultades mentales pueden explicar por qué el lenguaje se desarrolla del modo en que lo hace.
Al igual que ocurre con la renuncia a los datos translingüísticos o con el argumento de la caja de herramientas, la idea de que la “actuación” lingüística enmascara la "competencia" lingüística es también muy poco refutable. El ir abandonando este tipo de alegaciones es común en aquellos paradigmas científicos en declive que carecen de una sólida base empírica –véase, por ejemplo, la psicología freudiana y las interpretaciones marxistas de la Historia.
Incluso más allá de estos desafíos empíricos a la gramática universal, los psicolingüistas que trabajan con niños tienen dificultades para concebir teóricamente un proceso en el cual los niños empiecen con las mismas reglas gramaticales algebraicas para todas las lenguas y luego procedan a averiguar cómo un idioma particular (inglés, swahili o el que sea) se conecta con ese esquema de reglas. Los lingüistas llaman este enigma el “problema del enlace”, y hubo un aislado intento sistemático de resolverlo en el contexto de la gramática universal: lo llevó a cabo el psicólogo Steven Pinker, de la Universidad de Harvard, para las oraciones de sujeto. Sin embargo, resultó que el trabajo de Pinker no coincidía con los datos recabados en los estudios de desarrollo infantil ni se podía aplicar a categorías gramaticales distintas de  las de sujeto. Por lo tanto, el problema del enlace, que debería ser el problema central en la aplicación de la gramática universal al aprendizaje de la lengua, nunca ha sido resuelto;  ni siquiera se ha abordado seriamente.

UNA VISIÓN ALTERNATIVA

Todo esto lleva ineludiblemente a la idea de que la noción de gramática universal es claramente errónea. Por supuesto, los científicos nunca renuncian a su teoría favorita, incluso frente a pruebas que la contradicen, hasta que no aparece una alternativa razonable. Tal alternativa, llamada “lingüística basada en el uso”, ya ha llegado. La teoría, que reviste varias formas, propone que la estructura gramatical no es innata. En cambio, la gramática es el producto de la Historia (los procesos que configuran cómo pasan las lenguas de una generación a la siguiente) y de la psicología humana (el conjunto de capacidades sociales y cognitivas que permiten a las generaciones empezar por aprender un idioma). Más importante aún, esta teoría propone que el lenguaje se sirve de sistemas cerebrales que pueden no haber evolucionado específicamente para ese propósito y, por lo tanto, todo esto constituye una idea diferente a la de Chomsky de la mutación de un solo gen que hizo posible la recursión.
En el nuevo enfoque basado en el uso (que incluye ideas de la lingüística funcional, de la lingüística cognitiva y de la Gramática de la Construcción), los niños no nacen con una herramienta universal específica para aprender gramática, sino que heredan el equivalente mental de un cuchillo suizo: un conjunto de herramientas de propósito general –como la categorización, la lectura de las intenciones comunicativas y la analogía– con las que los niños construyen categorías gramaticales y reglas a partir del lenguaje que oyen a su alrededor.
Por ejemplo, los niños de habla inglesa entienden "The cat ate the rabbit" ("El gato comió al conejo", y, por analogía, también entienden que "The goat tickled the fairy" ("La cabra le hizo cosquillas al hada"). Generalizan al escuchar un ejemplo tras otro. Después de suficientes ejemplos de este tipo, podrían incluso ser capaces de adivinar quién hizo qué a quién en la frase "El gazó mimbeó al tomín", aunque las palabras sean literalmente absurdas: la gramática debe ser algo que ellos disciernen más allá de las propias palabras, dado que las frases comparten poco en común en el nivel de las palabras (la semántica). 
El significado en el lenguaje surge a través de una interacción entre el significado potencial de las propias palabras (como las cosas que la palabra "comió" pueden significar) y el significado de la construcción gramatical con la que están conectadas. Por ejemplo, aunque "estornudar" está en el diccionario como un verbo intransitivo que sólo funciona con un solo actor (el que estornuda) si uno lo fuerza a una construcción bitransitiva -que puede tomar tanto un objeto directo como indirecto-, el resultado podría ser "Ella le estornudó la servilleta", en donde "estornudar" se interpreta como una acción de movimiento (es decir, ella hizo que la servilleta se desplazara hasta él).
La oración muestra que la estructura gramatical puede hacer una importante contribución al significado de la frase, tal como lo hacen las palabras. Contrastemos esta idea con la de Chomsky, quien argumentó que hay niveles de gramática que están  por completo libres de significado.
El concepto del cuchillo suizo también explica el aprendizaje del lenguaje sin necesidad de invocar dos fenómenos requeridos por la teoría de la gramática universal. Uno de ellos es una serie de reglas algebraicas para combinar símbolos: la llamada gramática nuclear, conectada con en el cerebro. La segunda es un léxico –una lista de excepciones que cubren todos las otras expresiones idiomáticas e idiosincrasias de los lenguajes naturales que deben ser aprendidos–. El problema con este enfoque “de doble vía” es que algunas construcciones gramaticales están parcialmente basadas en reglas y, parcialmente, no. Por ejemplo: "¿¡Él… la candidatura presidencial ?!", donde el sujeto "él" retiene la forma de un objeto indirecto pero con los elementos de la oración que no van en el orden adecuado. Un hablante nativo inglés puede generar una infinita variedad de oraciones usando el mismo esquema: "¡¿Ella, ir al ballet?!", o "¿¡Ese tipo, médico¡?".  Así que la pregunta es: ¿son estas frases parte de la gramática nuclear o están en la lista de excepciones?  Si no forman parte de una gramática nuclear, deben aprenderse individualmente, como elementos separados. Pero si los niños pueden aprender estas frases (en parte basadas en reglas, en parte excepciones) entonces, ¿por qué no pueden aprender el resto del lenguaje de la misma manera? En otras palabras, ¿por qué necesitan una gramática universal en absoluto?
De hecho, la idea de la gramática universal contradice la evidencia que muestra que los niños aprenden el lenguaje a través de la interacción social y ganan práctica usando construcciones de frases que han sido creadas por las comunidades lingüísticas a lo largo del tiempo. En algunos casos, tenemos datos fiables sobre cómo ocurre exactamente ese aprendizaje. Por ejemplo, las oraciones relativas son bastante comunes en muchas lenguas del mundo y, a menudo, derivan de una combinación de oraciones separadas. Así, podríamos decir: "Mi hermano ... vive en Arkansas... Le gusta tocar el piano". Debido a varios mecanismos de procesamiento cognitivo –con nombres como esquematización, habituación, descontextualización y automatización– estas frases evolucionan durante largos periodos hasta construcciones más complejas: "A mi hermano, que vive en Arkansas, le gusta tocar el piano". O bien podrían convertir gradualmente frases como "Tiré de la puerta y se cerró" en  "Cerré la puerta”.  Por su fuera poco, parece que tenemos una habilidad específica propia de la especie para descodificar las intenciones comunicativas de los demás: lo que un orador tiene la intención de decir. Por ejemplo, yo podría decir: "Ella dio/ mandó/envió /prestó / a la biblioteca algunos libros", pero no:  "Ella heredó a la biblioteca algunos libros". Investigaciones recientes han demostrado que hay varios mecanismos que llevan a los niños a restringir este tipo de analogías inapropiadas. Por ejemplo, los niños no hacen analogías que no tienen sentido. Por lo tanto, nunca estarían tentados de decir: "Ella comió a la biblioteca algunos libros". Además, si los niños escuchan con frecuencia "Ella dejó en herencia algunos libros a la biblioteca", entonces este uso prevendrá de la tentación de decir nunca ese "Ella heredó a la biblioteca algunos libros".

Tales mecanismos de restricción reducen enormemente las analogías posibles que un niño podría hacer frente a aquellas que ordenan intenciones comunicativas de la persona a la que se está tratando de entender. Todos usamos este tipo de lectura intencional cuando comprendemos la frase "¿Puedes abrirme la puerta?" como una solicitud de ayuda en lugar de una investigación sobre las habilidades que tiene uno en abrir puertas.
Chomsky permitió este tipo de "pragmática" –que es el uso el lenguaje en su contexto– en su teoría general de cómo funcionaba el lenguaje. Dado lo ambiguo que es el lenguaje, no le quedó más remedio que hacerlo. Pero parecía tratar el papel de la pragmática como algo periférico en relación con el trabajo principal de la gramática. De alguna manera, las contribuciones de los enfoques basados ​​en el uso han desplazado el debate en la otra dirección: cuánto puede hacer la pragmática por el lenguaje antes de que los hablantes necesiten recurrir a las reglas de la sintaxis.
Las teorías basadas en el uso están lejos de ofrecer una visión completa de cómo funciona el lenguaje. Las generalizaciones significativas que hacen los niños al escuchar frases habladas no explican por completo cómo los niños construyen las frases: hay generalizaciones que tienen sentido pero no son gramaticales (por ejemplo: "Él desapareció el conejo"). De todas las generalizaciones significativas pero no gramaticales posibles que los niños pueden hacer, resulta que hacen muy pocas. La razón de ello parece ser que ellos son sensibles al hecho de que la comunidad lingüística a la que pertenecen se conforma a una norma y comunica una idea sólo "de esta manera". Buscan un equilibrio delicado, sin embargo, ya que el lenguaje de los niños es a la vez creativo ("No cabí en el traje de buzo") y conformativo respecto las normas gramaticales ("No cupe en el traje de buzo"). Hay mucho trabajo por delante para los teóricos basados ​​en el uso a la hora de explicar cómo estas fuerzas interactúan en la infancia de una manera que explique exactamente el camino del desarrollo del lenguaje.

UNA MIRADA HACIA DELANTE

En el momento en que se propuso el paradigma de Chomsky, se trató de una ruptura radical respecto con los enfoques más informales que imperaban en aquel momento, y llamó la atención sobre todas las complejidades cognitivas implicadas en la capacidad de hablar y comprender el lenguaje. Pero al mismo tiempo que teorías como las de Chomsky nos permitieron ver cosas nuevas, también nos cegaban en relación con otros aspectos del lenguaje. En la lingüística y en los campos afines, muchos investigadores se muestran cada vez más insatisfechos con un enfoque de lenguaje totalmente formal como es la gramática universal, por no mencionar todas las insuficiencias empíricas de dicha teoría. Por otra parte, muchos investigadores modernos también están descontentos con los análisis teóricos de salón, cuando hay grandes corpus de datos lingüísticos –muchos ahora disponibles en línea– que pueden analizarse para comprobar una teoría.
El cambio de paradigma ciertamente no es completo, pero para muchos parece que un soplo de aire fresco ha entrado en el campo de la lingüística. Hay nuevos e interesantes descubrimientos que deben realizarse investigando los detalles de los diferentes idiomas del mundo; cómo son similares y diferentes entre sí; cómo cambian históricamente; y cómo los niños pequeños adquieren competencia en uno o más de ellos.
La gramática universal parece haber llegado a un punto muerto. En su lugar, la investigación lingüística basada en el uso puede proporcionar un camino para los estudios empíricos sobre el aprendizaje, el uso y el desarrollo histórico de los 6 000 idiomas del mundo.

Paul Ibbotson y Michael Tomasello

                                                                        
                                                                        
***
           
Este artículo fue publicado originalmente con el título de "El lenguaje en una nueva clave".
 
 
Para profundizar:

Constructing a Language: A Usage-Based Theory of Language Acquisition. Michael Tomasello. Harvard University Press, 2003.

Constructions at Work: The Nature of Generalization in Language. Adele Goldberg. Oxford University Press, 2006.

Language, Usage and Cognition. Joan Bybee. Cambridge University Press, 2010.