viernes, 6 de enero de 2017

¿Don Pésimo o Don Óptimo?

Otro edge, esta vez de Michael Shermer.

Aquí en V.O.


Y aquí en tradu exprés.

El sesgo negativo

Uno de los efectos meno valorados en todas las ciencias cognitivas es la psicología que explica por qué los hechos, las emociones y los pensamientos negativos triunfan por un amplio margen frente a aquellos que son positivos. Dicho sesgo fue descubierto y documentado en 2001 por los psicólogos Paul Rozin y Edward Royzman, quienes mostraron que en casi todos los ámbitos de la vida nos mostramos casi sobrenaturalmente pesimistas:
• Los estímulos negativos concitan más atención que los positivos. En las ratas de laboratorio, por ejemplo, los gustos negativos provocan respuestas más acusadas que los gustos positivos. Y en los experimentos de aversión al gusto, una sola exposición a una comida o a una bebida nocivas puede causar que éstas se eviten duraderamente; pero no hay un paralelismo correspondiente respecto a un alimento sabroso o una buena bebida.
• El dolor impacta más que la falta de dolor. Y es que, como afirmó el filósofo Arthur Schopenhauer: "sentimos dolor, pero no la ausencia de dolor." Hay zonas erógenas, señalan Rozin y Royzman, pero no hay unas zonas torturógenas correspondientes.
• Detectar una cara enojada entre la multitud es más fácil y rápido de hacer que dar con un rostro feliz.
• Los hechos negativos nos llevan a buscar más sus causas que los positivos. Las guerras, por ejemplo, generan interminables análisis en libros y artículos, mientras que la literatura sobre la paz es insignificante, en comparación.
• Tenemos más vocabulario para describir las cualidades del dolor físico (profundo, intenso, sordo, agudo, dolorido, cortante, penetrante, desgarrador, espasmódico, acuciante, lacerante, palpitante, penetrante, persistente, irradiante, etc.) que el que tenemos para describir el placer físico (intenso, delicioso, exquisito, avasallador, embriagador, dulce, etc.).
• Hay más categorías cognitivas y más términos descriptivos para las emociones negativas que para las positivas. Como ya dejó dicho  León Tolstói en 1875: "Todas las familias felices se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera".
• Hay más maneras de fracasar que de tener éxito. Es difícil alcanzar la perfección y los caminos que conducen a ella son pocos, mientras que hay muchos modos de no lograr la perfección y las vías que nos alejan de ella son muy innumerables.
• La empatía se ve más fácilmente provocada por los estímulos negativos que por los positivos: las personas se identifican y simpatizan más con otras personas que sufren que con quienes disfrutan de un estado más feliz o mejor que el de ellas.
• El mal contamina el bien más que el bien purifica el mal. Como dice un viejo proverbio ruso: "Una cucharada de brea puede arruinar un barril lleno de miel, pero una cucharada de miel no hará nada bueno en un barril de brea". En la India, los miembros de las castas superiores pueden ser considerados contaminados por comer alimentos preparados por miembros de las castas inferiores, pero los de las castas inferiores no se verán elevados equivalente, en términos de  pureza, por comer alimentos preparados por sus homólogos de la casta superior.
• La famosa regla "una sola  gota de sangre" usada para la clasificación racial tiene su origen en el Code Noir  o "Código Negro" de 1685, destinado a garantizar la pureza de la raza blanca mediante la detección de la sangre impura; en cambio, Rozin y Royzman  afirman que no existen evidencias históricas para el equivalente positivo de la regla “una solo gota de sangre"; es decir, una norma por la cual la pertenencia a una clase racialmente privilegiada quedaría asegurada por el hecho de estar en posesión de una sola gota de “sangre superior”.
• En las tradiciones religiosas, la posesión demoníaca ocurre rápidamente en comparación con el exorcismo, que suele entrañar rituales largos y complejos; por el contrario, en la otra dirección, la positiva, el convertirse en un santo requiere toda una vida de abnegación dedicada a actos píos, algo que podrá ser borrado de la noche a la mañana por un solo acto inmoral. En el mundo secular, décadas de esforzado trabajo en pro de causas públicas pueden ser barridas de golpe por un desliz extramatrimonial, un escándalo financiero o una acción criminal.
¿Por qué la negatividad es pues más fuerte que la positividad? Por razones evolutivas. En el contexto de nuestra ascendencia evolutiva se daba una asimetría retributiva en la que el coste de la aptitud de reaccionar exageradamente ante una amenaza era menor que el coste de la aptitud de una infra reacción, por lo que nuestros ancestros se inclinaban del lado de la reacción exagerada ante los hechos negativos. El mundo era más peligroso en nuestro pasado como especie, por lo que compensaba tener aversión al riesgo y ser muy sensible a las amenazas; y, en cambio, si las cosas ya iban bien, entonces jugársela para mejorar apenas un poco no se percibía como algo que  valiera pena frente al riesgo de que las cosas se torcieran y la cosa se pusiera fea.

Michael Shermer


...

No me acaban de convencer algunos de los argumentos que explicarían el supuesto sesgo negativo en el ser humano.
Y es que ni siquiera está probado dicho sesgo. Las estadísticas sobre grados de felicidad desmienten la tesis: la población se muestra razonablemente satisfecha de su vida en amplias zonas del planeta; el interés por lo negativo tiene una función catártica evidente, desde la noche de los tiempos. Pero es un gusto estético, para saborear lo bien que se está en casita., no un nihilismo ontológico.
Y entre los argumentos sobre el placer y el dolor, Shermer soslaya todo el aspecto relacionado con las drogas y las adicciones, que son un claro contraejemplo del sesgo negativo. La gente se droga  y se adicciona por placer, las más de las veces, no por destruirse (eso viene sin que uno lo quiera); y unos de los nervios de la vida es la pulsión sexual más gozosa que reproductiva, otra faceta ausente del argumentario shermeriano.
Los héroes del imaginario colectivo, además, suelen ser positivos, y la empatía por los ganadores es indudable y superior a lo opuesto, desde la noche de los tiempos.
Y los libros de amor y lujo en tiempos de paz tienen mayor predicamento que los libros sobre la guerra.
Y qué decir del amor romántico y su sesgo megapositivo, que todo lo mueve, por mucho que sea en palabras de Cioran "el infintio al alcance de un caniche".
Así pues, los ejemplos del autor en apoyo de su atractiva tesis evolutiva son "flacos", como dicen en portugués. 

(Y las ratas de laboratorio también se vuelven adictas a lo placentero y al azúcar, eso lo omite.)

Last but not least, ¿qué pensar de una especie inteligente cuyos miembros saben que tienen las horas de su vida contadas y, sin embargo, viven con la inconsciencia de creerse inmortales?

El sesgo negativo queda como poco compensado por el positivo, amigo Shermer, y si hay algo que caracteriza a la especie, al menos desde Homero, son las misma pasiones y el mismo encarar con optimismo la vida.

Que lo hombres primitivos tuvieran tuvieran miedo, se entiende, y parece probable. De ahí a que predomine el sesgo negativo, dista un buen trecho. En todo caso, antropológicamente optimista es un pleonasmo.




La ética es patrimonio del alma

Y el alma sólo es de Pablo.

Podemos y sus estandartes (sic) de ética.
Aquí.