jueves, 14 de abril de 2016

El de la solución pagada

Ferran Mascarell, el ágrafo y representante de la Gen punto cat, se ha autopresentado en los Madriles para leerles la cartilla a los españoles.
Hasta aquí, nada del otro jueves.
Este neonacionalista, ex socialista y ex comunista es un firme partidario, no de una solución pactada, sino de una "pagada" al conflicto catalán. (Como aquel que decía que llamaba desde el extranjero a "cobro divertido").
El que su planteamiento del asunto catalán sea el de un conflicto tipo israelo-palestino (dos pueblos un estado / dos pueblos dos estados), pero en una variante económica, produce sólo vergüenza ajena.
Y ya que su telonero sea el secretario de Estado de cultura del Gobierno de España, roza la esquizofrenia.
Aquí.
En cualquier país europeo, dice éste, ello sería normal: en París el secretaire d´État à la culture presentando a un líder independentista corso que dice que la République está podrida, claroooo. Monsieur Lassalle, arrêtez votre délire...

Arcadi Espada, que es un realista y, por tanto, un literalista, se agarra a la transcripción de las palabras secretariales: Lassalle habría llamado a Mascarell "independentista de LA razón" (un chalao, vaya, uno que quiere operarse del raciocinio), y no "independentista DE razón" (muy puesto en razón).
Acá.

"En fin, dialoguen, ustedes que pueden", ha venido a decir Lassalle, hecho un puto nierga.
Y no me extraña que esté así, porque vivir con una mujer cuyo jefe se niega a hablar con tu jefe es como para desquiciar a cualquiera.

Porno panameño

Zizek escanea el asunto de los papeles panameños. Mera pornografía, para él.
Aquí.
En efecto, salvo en Islandia, donde la gente salió a la calle e hizo dimitir al primer ministro en horas veinticuatro, en ningún lugar ha habido manifestaciones populares monográficas de indignación. Ni en las dictaduras (esperable), ni en el mundo autodenominado libre (decepcionante).
En el fondo late la sospecha de que, de haber tenido opción, la mayoría de las personas habría puesto también su hucha a buen recaudo en Panamá.
Sólo la coerción y el miedo al castigo limita que haya más asesinatos de los que hay.
Si el sistema no cambia, habrá Panamases para rato.
Donde hay menos corrupción es simplemente porque el sistema punitivo y de detección es más sofisticado.
De los partidos políticos y de sus votantes depende el sofisticar más o menos el sistema.