Llega el último día del año y debería ser ocasión para extraer algunas conclusiones sobre los apuntes de este blog de campo sobre el momento postelectoral en España. No me veo capaz de hacerlo.
En Historia de la guerra del Peloponeso, que he releído esto días, Tucídides disecciona el fenómeno de la demagogia en la Grecia del momento con su bisturí estilístico.
Pienso que nada o apenas ha cambiado en todos estos siglos: los mismos mecanismos han operado y operan en nuestras sociedades llamadas democráticas.
Etnográficamente hablando, en esta resaca electoral y tregua navideña a partes iguales destaca el hecho que sea aún la palabra la que, a pesar de todo, articule el discurso político. Las intenciones políticas, las dichas y las no dichas, se codifican y descodifican en retazos de discursos bajo forma, sobre todo, de declaraciones públicas. Algunas ideas se vehiculan intramuros, en las sedes de los partidos o en sus cónclaves o en conversaciones privadas o a puerta cerrada. Al estar los Parlamentos, el nacional y el autonómico catalán, vacantes, por así decir, mucha política se hace en los medios.
Vienen fechas en que se intentarán trenzar alianzas en Cataluña y en España. De su éxito o fracaso dependerá que haya o no gobierno en ambos sitios. Y todo apunta a que ambos ámbitos están y estarán inexorablemente vinculados en los próximos tiempos, como si se trataran de vasos comunicantes.
Buen año, (e)lectores.