martes, 22 de marzo de 2016

Cui prodest

El terrorismo islamista es un asunto grave. Y no es neutro en el debate político. Y podrá dar y quitar gobiernos.
Y es cierto que en Europa da alas a la extrema derecha xenófoba y racista (los Le Pen,  Alternative für Deustschland, Amanecer Dorado, Viktor Orbán, etcétera; pero no a "la derecha", como creen algunos, aquí; la derecha puede ser y, de hecho, es un partido liberal o democristiano o cristianosocial).
Lo que es cierto es que la socialdemocracia no tiene un discurso propio sobre el problema, o el que tiene es uno prestado de la derecha: Manuel Valls no tiene nada de socialista, en ningún ámbito, ni siquiera el fiscal.
Sería interesante poder retrazar a quién votaban los terroristas de Molenbeek o, al menos, sus connvecinos más cercanos.
Donal Trump no se priva de sacarle rédito populista a lo ocurrido en Bruselas al otro lado del charco: aquí.

Y Putin se rehace una virginidad a bajo precio. Aquí.

Ahora, el Cui prodest no se puede dejar en el aire, sino que procede seguir la frase en la Medea de Séneca:
"Cui prodest scelus, is fecit": "Quien se beneficia es quien ha cometido el crimen". De momento, con huríes.


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Lo preocupante es que las tupidas y opacas redes islamistas de los barrios musulmanes de Bruselas permiten ocultar a terroristas durante cuatro meses en un ejemplo claro de omertà.






En el nombre de A.

"Allah Akbar", cuentan testigos que gritó uno de los terroristas antes del horror en Zaventem.
Probablemente, las dos únicas palabras en árabe, o casi, que conocían.
Árabe para principiantes.
Pero no tiene nada que ver con el islam.
No es casualidad que ahora le haya tocado al corazón de Europa. De una Europa enferma. Se mascaba desde hace tiempo.
Y el artículo 222 del TFUE sigue inactivo.




Chavales de Bruselas

Otro acto sangriento de "la guerra santa", ahora en Bruselas. Muy probablemente llevado a cabo por unos pocos chavales belgas, carne de fracaso escolar y fanatizados.  Entiéndaseme bien: no todos los fracasos escolares dan en fanáticos, pero la viceversa suele ser cierta.

Pagarán los refugiados sirios que huían de los fanáticos locales; y subirá la extrema derecha racista en Europa.