lunes, 3 de abril de 2017

El Sir, el catalanólogo...

CAT croniquea la visita de un Sir a Poblet  y a los "frais Gerundis" con quienes se topó.


Aquí (el artículo escondido inexplicablemente en la web de El Mundo, a ver quién lo encuentra...)



Utrecht reloaded: Gibraltar catalán

Los independentistas catalanes están de enhorabuena: el tema de Gibraltar y del Brexit les puede dar salidas inesperadas y que habrían totalmente improbables hasta hace nada.
Lean este artículo en el Telegraph, del ex líder y ex ministro conservador Norman Tebbit sobre la nueva situación de Gibraltar tras el Brexit, y el papel que la UE entiende darle a España.

Aquí en tradu exprés.

La vanidad de España le lleva a jugar con fuego y debería conocer el peligro que ello entraña

por Norman Tebbit

Al leer los esfuerzos de nuestros supuestos amos de Bruselas en utilizar Gibraltar, así como el destino de los británicos que viven y trabajan en los 27 estados de la UE, como moneda de cambio en las negociaciones del Brexit, estoy aún más seguro de que la gente de este Reino tomó la decisión correcta en el referéndum de hace un año.
Hay algo repugnante en la determinación de los barones de la UE a la hora de sopesar cualquier acción con tal de impedir que nuestro pueblo utilice la Ley de la propia UE para recuperar nuestro derecho histórico a gobernarnos nosotros mismos.
Fue durante un intercambio con un alto funcionario de la UE, en una reunión del Consejo de Ministros, siendo servidor aún ministro, cuando se me dijo que yo no entendía cómo funcionaba la UE. "Nosotros hacemos la ley”, se me espetó. “Ellos, el pueblo, tienen que obedecer la ley porque nosotros estamos aquí para dctarla". Fue entonces cuando me di cuenta de que Ernie Bevin tenía razón sobre la UE y de que yo era el que se había equivocado.
El estatuto de Gibraltar fue resuelto por el Tratado de Utrecht hace unos 300 años cuando, en una compleja serie de disposiciones que regulaban las fronteras no sólo de Europa, sino también de las Américas, El Peñón fue cedido a perpetuidad por España a Gran Bretaña.
Es horrible que se haga coincidir el momento en que Bruselas intenta impedir que el Reino Unido ejerza su legítimo derecho, en virtud del artículo 50 del Tratado de Lisboa, para abandonar la UE, con una incitación al Gobierno español a incumplir el Tratado de Utrecht.
No nos olvidemos de que Gibraltar no es una colonia. Se trata de un territorio de ultramar británico, y el 96 por ciento de sus 30.000 ciudadanos votaron recientemente en favor de mantener dicho estatus. Al igual que con las Islas Falkland, que Argentina persiste en llamar Las Malvinas, no debería haber, en un mundo que esté en sus cabales, ningún argumento posible en contra de que los gibraltareños sigan tal como están.
Ahora el Consejo Europeo ha sugerido que nuestros acuerdos del Brexit "no deberían aplicarse a Gibraltar sin un acuerdo entre el Reino de España y el Reino Unido". Es decir, que el artículo 50 no se verá cumplimentado si no permitimos que España se salte el Tratado de Utrecht.
Sólo puedo imaginar que es otro truco de Bruselas, que lucha desesperadamente por desafiar la decisión del pueblo británico de recuperar su independencia. La BBC informa de que España presionó para incluir el asunto de Gibraltar en la declaración del Consejo, cosa que encajaría muy bien con los objetivos de la UE: cualquier excusa es buena para incurrir en fechorías y colar de rondó causas perdidas y completamente inadecuadas que entorpezcan los mecanismos del Brexit. Me imagino que el Consejo Europeo se congratuló de poder incluir el asunto en el orden del día.
Pero Gibraltar tiene una importancia que va mucho más allá de la política europea. Controla la entrada al Mediterráneo y fue capaz de evitar la entrada a los buques de guerra alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, igual que hoy podría negarles el paso a los buques de guerra rusos de la flota del Mar Negro.
Dudo que el presidente Donald Trump considere que va en el interés de Estados Unidos el que  "La Roca" quede fuera del control británico. 
La administración Trump ya está cuestionándose cuánto tiempo más podrá mantener su compromiso con la OTAN de garantizar que un ataque contra cualquier Estado miembro sea considerado como un ataque contra todos los socios, cuando sólo los estadounidenses y los británicos están dispuestos a cumplir su compromiso de gastar el 2% de su PIB en defensa. Por lo tanto, podríamos contar con aliados en este tema.
El Reino Unido no necesita otra disputa de larga duración similar a la que tuvimos con Argentina y Las Malvinas, pero no puede dejar a la estacada a los habitantes de Gibraltar ni sacrificar un interés estratégico occidental tan vital. 
Así que este no es momento para florituras diplomáticas.
Si yo estuviera en el número 10 de Downing Street, creo que haría saber a Madrid que me planteo invitar a los líderes del movimiento independentista catalán a Londres, o incluso elevar su deseo de independencia a las Naciones Unidas. Los catalanes son diferentes de los españoles. Son un pueblo atlantista que mira hacia afuera y que ya comerciaba con Cornualles y Gales hace mil años.
El Gobierno español tiene que darse cuenta de que está jugando con fuego. Hay un fuerte interés alemán en mantener un régimen comercial seguro y abierto con el Reino Unido, y la señora Merkel tiene que ser llevada a presionar a Madrid, en cuanto entienda que aquel objetivo le resulta de mayor importancia que el mero querer complacer la vanidad española respecto a un tratado --y una batalla-- perdidos y que se remontan a hace 300 años.

...


Hay que celebrar, hoy como ayer, la salida de bucaneros de esta laya.

Dicho lo cual, toda pretensión española sobre Gibraltar dará en hueso: el "derecho a decidir" les corresponde a los gibraltreños.