domingo, 24 de julio de 2016

El trío casto y el tronco común

Gallego-Díaz toca una cuestión capital: la de la moralidad en política.
Aquí.
El reverso es tan triste como conocido: se ha demostrado que en este país de todos los demonios un partido puede robar, mentir, no colaborar con la justicia, incumplir promesas y ponerse el mundo por montera y que 3 de cada 4 de sus votantes lo siguen votando.
Me refiero al PP, al PSOE, a Convergència, tres partidos que más que casta parecen castos a ojos de sus electores, hagan lo que hagan.
El argumento es el de siempre: el y tú más, o el y los otros son aún peores.

Desde lejos he de advertir, que por eso no me pagan, que en un país semi serio, esto no suele pasar. Y que si a alguien nos parecemos, en muchas cosas como ésta, es al México del PRI o a la Argentina peronista, con lo cual cabría plantearse si la colonización no ha sido un asunto de ida o de vuelta.

Pero la ciencia diría más bien, por mor del evolucionismo, que hay que considerar que todo provenga de un mismo tronco común.

El último eslabón entre la democracia y allí done la espalda de ésta pierde su casto nombre.