A Rajoy le ha llamado un humorista de un programa de humor catalán haciéndose por Carles Puigdemont y ha caído en la trampa. Le puede pasar a cualquiera. Nada que decir.
Pero el tenor de la conversación hiela literalmente la sangre. ¿El presidente del Gobierno de España ha de hablarle así, como la hecho, a un Presidente autonómico que le plantea un golpe institucional? Si eso es la normalidad democrática no es extraño que, como Mafalda, más de uno quiera apearse.
Una cosa que jamás debe olvidar un Presidente de Gobierno es que lo es, y que representa la dignidad de todos, también la de quienes no lo votaron.
La frase clave y que tanto se comenta no es que diga que tiene "una agenda muy libre", eso no es más que un hecho tal vez objetivo, neutro, y debido a que está en funciones; lo grave es que al requerimiento del falso Puigdemont "para hablar con usted, un poco ya sabemos lo que nos vamos a decir, pero por hacerlo oficial, por hacerlo..." Rajoy responda: "...sí, por hacerlo. Bien"
"Sí, por hacerlo. Bien" (sic)
¿Por hacerlo oficial?, ¿por hacerlo? ¿Si ya sabe lo que se van a decir para que quiere hablar con él?
España se merece algo más que un señor que hace las cosas por hacerlas.
Lo grave es que esta conversación en broma por un lado, en serio por el otro lado, es totalmente plausible.
Los que creemos en la leyes y el Estado de Derecho, sentimos hoy alipori.