"En España, el que resiste gana", dijo Cela, y lo podría haber dicho Rajoy; y, por tanto, ganará el gobierno. El hombre, el desvalimiento del hombre maduro, tras el golpe, y su rearme, sin aspavientos, volviendo a la campaña, a la vida normal, magullado, sin anteojos, como si nada, o casi, son la mejor cara que puede dar Rajoy y este upper cut limpia con creces todo el chapapote que le arrojó a la cara la otra noche Sánchez.
Y le puede dar un millón o dos de votos de los indecisos...
Este puñetazo es como si se lo hubiera dado Sánchez, y si se me apura, oblicuamente también los otros dos candidatos under 45.
Sin gafas, es decir casi desnudo, Rajoy esta noche encarna el triunfo de la civilización frente a la barbarie, el triunfo de la vieja política frente a la nueva, frente a las mareas emergentes. El elemento nacionalista o ultra del menor agresor, 15 primaveras, por mucho que se quiera destacar, será irrelevante.
Sánchez le dijo a la cara el otro día a Rajoy lo que piensan millones de españoles.
¿Era de temer que del insulto de podría pasar a la agresión? En violencia de género, hostigar verbalmente equivale a acto violento equiparable a agresión...
¿Amparaba moralmente a Sánchez en sus improperios el fumus boni iuris de que Rajoy está pringado en la corrupción?
¿Era de temer que del insulto de podría pasar a la agresión? En violencia de género, hostigar verbalmente equivale a acto violento equiparable a agresión...
¿Amparaba moralmente a Sánchez en sus improperios el fumus boni iuris de que Rajoy está pringado en la corrupción?
Sea como fuere, esta tarde, un descerebrado le ha hecho a Rajoy lo que alguna gente querría hacerle; pero el pueblo español no es violento, jamás clamó venganza contra el terrorismo; y en su mansedumbre, que es la de Rajoy, premiará al encajador, al agredido, al padre pegado por el hijo. A los padres no hay que pegarlos nunca; y esto de hoy ha sido aún peor y más feo que hacerlo con un calcetín.