Rajoy invita a los independentistas a las Cortes a explicar su proyecto ilegal, para que no vayan a Cibeles el lunes.
Aquí.
Ha tardado años en hacer la invitación; de repente, se da cuenta de que hay que escenificar quién es el dialogante ante la opinión pública.
Obviamente, los indepes, que el dedo no se lo chupan, han declinado: dicen irán solo a la Cortes a refrendar la convocatoria del referéndum.
Hace años que Rajoy tenía que haber invitado a los indepes no solo al Parlamento sino a Moncloa, a explicar lo evidente in camera y luego en rueda de prensa: para llevar adelante ese proyecto secesionista se debería reformar la Constitución; podría incluso añadir no se opondría a abrir una subcomisión para estudiar la viabilidad de una reforma de tanto calado, pues sería trasladar la soberanía del pueblo español a las CCAA.
Durante los años en que la subcomisión trabajase sobre esos posibles cambios en la Carta Magna, el independentismo estaría ocupado en un marco legal, que es donde deben estar los centrífugos.
Una vez acabados los trabajos, la propuesta pasaría al pleno, y para entonces muy probablemente el independentismo dejaría de interesar hasta a muchos independentistas de aluvión, aburridos de tanta burocracia y comitología.
Tanto que incluso es posible que los propios partidos independentistas abandonasen su anhelo, a la vista del desencanto entre su propio electorado.
La independencia sólo motiva porque es una rebelión, una enmienda a la totalidad; en cuanto de burocratiza, pierde todo su sex appeal.
Rajoy es uno de los políticos más poco imaginativos de Europa, eso ya se sabía. Pero que nadie de su entorno le haya soplado una idea tan de sentido común es altamente preocupante.