La prueba de la puerilización política que se vive en España es el debate sobre lo grave que sería que unas nuevas y repetidas elecciones se celebrasen el día de Navidad. Un sacrilegio o una provocación para algunos, hasta el punto que se especula con que Rajoy habría buscado justamente esa fecha para meter presión a sus rivales (y deseados cooperadores necesarios).
Como si lo sustancial fuera que las elecciones cayeran en esa fecha, y no por qué han de repetirse por tercera vez unas elecciones: la falta de voluntad de negociar y el sólo vetar por parte de la mayoría de los actores políticos. Hasta Coalición Canaria, tan moderanisma y pactista, vetaba ayer ciertos aspectos del pacto PP-C's para poder prestar su concurso.
Aquí el catedrático Carreras aportando su contribución y abogando ¡por reformas legislativas!, que necesitan, por cierto, de un consenso que,es de lo van más cojas precisamente las fuerza políticas.
A mí en cambio me parece una fecha muy adecuada el día de Navidad, entre otras cosas porque es un día en que mucha gente se queda en su sitio (mucho más loco sería un día de agosto, por ejemplo) y, sobre todo, porque la ocasión daría un ambientazo a la fecha; y viceversa. Qué mejor para repolitizar la vida familiar, y por ende civil, que tanto lo necesita.
Y los que viajan por Navidades siempre puede votar por correo, como siempre se ha hecho.
No creo que muchos ciudadanos designados para estar en las mesas electorales se lo tomasen a mal, tampoco, por razones conocidas de cuñadismo y suegrismo rampantes y acechantes.
No creo, sinceramente, que un publicista hubiera dado con una mejor fecha para unas elecciones tan importantes, tan gordas como éstas, la de a ver si a la tercera va la vencida.
Y además no creo que después de estas elecciones navideñas hubiera unas cuartas, "por falta de ignorancia", que decía Cantiflas.