Ni una moda rompedora en las playas de Europa o del Norte de África o de Oriente Próximo.
No hace falta que lo digan mujeres musulmanas marroquíes, que también.
Aquí.
Tener que argumentar, a estas alturas, que el uso del burkini no tiene nada que ver con la libertad vestimentaria de cualquier ser humano en democracia provoca cierto sonrojo.
El burkini es un símbolo político de adscripción a una ideología concreta llamada "islamismo".
Y tiene que ver (por desgracia para la mayoría de los que la practican, con mayor o menor obediencia y devoción, más activa o más pasivamente, más cultural o más moralmente) con una religión monoteísta llamada el Islam (o la fe musulmana basada en el Corán), que lleva unos cuantos años (unas tres décadas largas) siendo secuestrada por ciertas corrientes políticas e individuos de poder en determinadas partes del planeta (que todos podríamos ubicar en un mapa geográfico virgen) y que está proliferando también fuera de esos lugares, y también en Occidente.
El islamismo es un movimiento político que básicamente propugna que la religión musulmana y, en especial, la interpretación que de ella hacen estos ideólogos, invada todos los ámbitos: el personal, el familiar, el social, el civil y el político. Es una dictadura. Así de claro.
El islamismo es el principal enemigo de la religión musulmana. Y uno de los peores enemigos de la libertad y la dignidad humanas. Que la izquierda multiculti y cierta derecha asimilada no lo quiera ver sólo agrava el problema y no hace sino dar alas al populismo trumpista, lepeniano y orbanista
El islamismo persigue a las personas en su identidad más personal, quiere acabar con la individualidad de todo ser humano, esa individualidad que es lo único que nos hace a todos libres e iguales. Y se ceba especialmente en las mujeres.
Llevar burkini es un acto político "objetivo" de propaganda de una ideología claramente no democrática ni respetuosa con los derechos básicos de las personas. Las palabras: "sumisión (no sólo sexual) de la mujer al hombre" resumen bastante bien la quintaesencia de la filosofía que anida en esa ideología política.
Y eso es así, diga lo que diga, pretenda lo que pretenda y sienta lo que sienta la portadora de un burkini, de un velo integral o de cualquier atuendo que cosifique a la mujer con arreglo a una ideología de sumisión al varón; ideología que halla su fundamento, lo torticeramente que se quiera, en una religión concreta.
El Derecho, el ordenamiento jurídico, la Ley, en los países democráticos, debería legislar sobre esta materia de manera objetiva, y trazar los límites de la libertad de expresión frente a una ideología contraria a la Democracia y a los derechos humanos, como es el la ideología que difunde el islamismo.
Hay que impedir que las nietas sean menos libres que lo fueron sus abuelas, al menos en las democracias, ya que en las dictaduras es otro cantar: primero habría que coadyuvar a que desaparezcan, lo cual es cuento largo y no entra en este post de campo.
Pero todo el mundo ha de saber que Democracia es también la libertad de NO poder llevar burkini (entre otras muchas cosas).
Es fundamental para poder seguir la senda del progreso humano luchar contra el fundamentalismo islamista. Fundamental.
El burkinismo es el rostro visible y más "obscenamente destapado" del fascismo, hoy.