En Madrid serán 200 las calles con cambio de nombre.
Reescribir la Historia en el callejero es propio de regímenes soviético ha dicho Esperanza Aguirre.
Aquí.
En el fondo, todo revisionismo es un esencialismo. Quieren ganar la guerra civil en los nombres, cuando ya la habían ganado de todos modos, porque hace décadas que el franquismo está intelectualmente desacreditado. De hecho lo está desde los años 50, cuando Ridruejo mutó. Gerardo Diego provocaba sonrisas misericordiosas en los manuales de literatura ya en los años 60.
Son pues casi 60 años gloriosos para el izquierdismo intelectual. El nuevo callejero sólo marca el inicio de la decadencia, la institucionalización del nuevo régimen intello y un resucitar del guerracivilismo.
Por prudencia y por buena administración linotípica deberían, en las nuevas placas, dejar en letra pequeña debajo de la nueva tipografía la antigua denominación. Para cuando gire la tortilla y para facilitar la tarea a los troqueladores.