A vueltas con la prohibición de la estelada.
En efecto, la decisión de prohibir su entrada en el estadio no está respaldada jurídicamente. Aquí.
La estelada debería poder enarbolarse en cualquier sitio que no sea un sitio oficial, pues representa una aspiración legítima (insolidaria, xenófoba, excluyente, pero legítima); prohibirla en el Calderón es tan grotesco como contraproducente: da la sensación de que se prohíbe lo que ya ondea "legítimamente" en la fachada de miles de ayuntamientos catalanes. Debería retirarse de los ayuntamientos, pues allí no tiene amparo legal, y dejar que se enarbole en los campos de fútbol, que es donde la gente actúa como rebaño.