En las 20 contrapropuestas de Podemos (al menos no se les puede afear que no redacten documentos cada vez que pueden) el punto clave es éste:
"dado el bloqueo de las posiciones en relación a esta materia, desplazamos el ámbito de negociación para la resolución del encaje de Cataluña en España al ámbito de una mesa de negociación integrada por En Comú Podem y PSC, comprometiéndonos a asumir como propio el acuerdo que ambas fuerzas alcancen".
Es decir, se trata de "desplazar" la patata caliente catalana a otros, con la esperanza de que en este asunto se siga mareando la perdiz todo lo que haga falta.
La jugada es hábil, pero no cuela, básicamente porque muchos barones del PSOE no dejarán en manos del PSC, tan errático como esquizoide, algo tan importante como la unidad del país.
En el fondo, lo que hace el PSOE es un pulso a Podemos para que renuncie al derecho a la autodeterminación. Pero no parece que logre doblegar el brazo de Iglesias.
Como durante la campaña, el tema catalán, por mucho que se soslayara, está siendo la madre de todos los (im)posibles pactos postelectorales.