viernes, 8 de abril de 2016

Hacer normal en la política lo que es anormal en la calle

Santiago González, el mordaz e inmisericorde periodista, pone al trío  negociador de ayer en su sitio.
Aquí.

Contrariamente al tópico (los españoles somos un desastre de país pero somos muy simpáticos para los turistas, que nos adoran, por lo comunicativos y abiertos: es falso; nos ven antipáticos y malhumorados, cerrados, y temen a los carteristas que pululan por las zonas turísticas), es falsa la especie de que los políticos españoles se han negado a negociar en estos cien días largos postelectorales y lo que te rondaré.

Es más bien sencillamente asombrosa la facilidad con que se sientan en reuniones casi todos con todos.
Salvo tal vez el PP (por apestado o más remiso a escenificar corrillos), todos los demás partidos ya se han reunido casi con todos y a veces hasta en secreto.
Qué más da que unos quieran saltarse el Estado de derecho, que otros gobiernen con Bildu en el País Vasco o  con la CUP en 40 ayuntamientos catalanes, que otros se financien con dinero de Estados extranjeros criminales como Venezuela o Irán.
Negociad, negociad, malditos.
Quieren hacer normal en la política lo que es anormal en la calle.
En la calle, la gente no se junta con cualquiera y se pone de acuerdo con cualquier chisgarabís. La gente tiene principios. Más o menos acertados, pero principios.

Otro tópico falso en boca de estos políticos es: "Los españoles nos han pedido que negociemos". Es tan falso que da rubor tener que argumentarlo: el voto de casi cada español fue a un partido con la esperanza de que "ese" partido pudiera gobernar o si no, estar en la oposición. Pocos son lo que votaron pensando que con su voto iba a propiciar supuestas negociaciones con a saber quién y  a saber para qué.

Estaría bien que alguna de las encuestas al uso introdujera esta preguntita: "¿Votó usted para que su partido se pudiera a negociar? En caso afirmativo, ¿con quién?"
Lo más probable es que el encuestado dejase en blanco la preguntita, por grotesca o ininteligible,

Otra cosa es que los ciudadanos "opinen", qué remedio, sobre posibles coaliciones de gobierno postelectorales.

Pero si realmente el elector lo que pide es negociar,  entonces que en unas elecciones repetidas se presenten en bloques los partidos, según sus posibles pactos: como hizo "Junts pel Sí" en Cataluña el 27 de septiembre, en torno a una pregunta implícita.  Al menos ello tuvo la virtud de plantear una pregunta concreta. Otra cosa es que luego hicieran trampa con el resultado.

Así, por ejemplo, el PSOE y C's podrían presentarse bajo el nombre de "Juntos por el abrazo".
O bien PSOE y las Confluencias, bajo el de "A la valenciana,sí".
O el PSOE y Podemos con "Que se abstengan los indepes".
O aun PP y C's bajo la marca: "Juntos y algún día sin Rajoy".

Tal vez alguna de estas coaliciones electorales juntaría los 176 diputados del ala que hacen falta.



¿Quiere esto decir que no procede nunca hacer gobiernos de coalición?
En absoluto,  pero siempre que se sumen los votos necesarios y se respeten los principios más básicos de cada partido.

¿De qué sirve sentarse, como ayer, con Podemos que pide un referéndum de autodeterminación en Cataluña, por ejemplo, si el PSOE y C's dicen no lo van a aceptar?

¿De qué sirvió el "pacto del abrazo" y la escenificación doble de investidura si sólo sumaban 131 diputados... y lo sabían?


Unas nuevas elecciones son, por lo tanto, un mal menor, ya que el Jefe del Estado no quiere forzar, dentro de sus potestades, o aún no quiere hacerlo, o aún nadie se lo ha dicho que puede hacerlo,  un gobierno de técnicos e independientes a lo Monti en Italia.

Pero si tras unas nuevas elecciones estamos más o menos igual que ahora, cosa que no descarta, la UE debería llamar a Zarzuela. o bien Hollande y Merkel a Rajoy y a... Susana Díaz.