Rita Maestre ha sido condenada por ofensa a los sentimientos religiosos, pero ella como Joe Rigoli, ha dicho "yo sigo". Hasta aquí lo esperable. Dónde va ir que esté mejor. En el fondo lo hizo porque le va el arte conceptual. Lástima que no lo practique ante la Embajada de Argelia,un país del que nadie habla y laico pero donde a las tías en sujetadores las meten en el calabozo.
Ahora, lo preocupante es que los cuates podemistas y afines la jalean, la encubren, en plan "no pasarán"; y la primera, la alcaldesa, que más sabe por diabla que por jueza, que le echa todos los capotes que puede, como si el ayuntamiento madrileño tuviera como función principal ser un experimento copycat para rehabilitar a adolescentes disruptivos que desean dar rienda suelta al artista que todos llevan dentro.
Seguimos como en el 36. Intolerando. Pero ahora en plan kitsch y taller creativo.
Santiago González lo glosa con su habitual ironía vivificante.
Aquí.