sábado, 20 de febrero de 2016

Umberto Eco, el europeísta que no pudo reinar

No puede ser casual (o si lo es, es una bella casualidad) que Umberto Eco se fuera ayer antes de que los sepultureros de Europa salieran a decir mentiras en el atrio comunitario llamado Bruselas.
No lo habría soportado.
Eco, el hombre que lo sabía todo*, y que merecía el Nobel más que la mayoría de los galardonados de las ultimas dos décadas, era, por su hacer, uno de los mejores embajadores del europeísmo polígloto militante, que es casi como hablar de la civilización liberal e ilustrada europea.**

Pensó contra todo, tocó casi todos los palos, y nunca se dejó amaestrar por el poder.

Se preguntaba qué debía hacer un periódico hoy, cuando apenas puede contar lo que te contó la tele la noche anterior... o internet hace unos minutos; y afirmaba que las redes sociales "dan derecho de palabra a legiones de imbéciles". Pinche aquí para esto y lo de la prensa. (en V.O.).

Europa está hoy doblemente de luto, pues las campanas doblan por ella también.

Notas:

* Y uno de los que mejor reflexionó sobre el ejercicio supremo intelectual que es la traducción, según George Steiner, Eugene Nida y otros.


** "Una Europa di poliglotti non è una Europa di persone che parlano correntemente molte lingue, ma nel migliore dei casi di persone che possono incontrarsi parlando ciascuno la propria lingua e intendendo quella dell'altro, che pure non saprebbero parlare in modo fluente, e intendendola, sia pure a fatica, intendessero il «genio», l'universo culturale che ciascuno esprime parlando la lingua dei propri avi e della propria tradizione".