Alguna de la banca cupera le ha gritado: "¡Se debe al nivel de estudios!".
"Eso es discurso de clase", le ha contestado Sánchez.
Eso es lo que abochorna: que esto sea verdad.
Lo otro, no. Lo de ayer no debería abochornar a nadie: es un reflejo de la voluntad del rodillo independentista, sin más. Sólo podría abochornar a los rodilleros.
Nada habría cambiado en cuanto a sus consecuencias prácticas y objetivas si ayer la oposición, aparte de hacer uso de la palabra durante horas, en un ejercicio vano de filibusterismo (¿qué pretendían?, ¿retrasar unas horas la aprobación de la ley?, pues ya sabían que iban a ausentarse a la hora de votar), hubiera conseguido lo que buscaron inútilmente: poder presentar enmiendas a la totalidad o que se leyeran las notas de los letrados y del Secretari General o que se pidiera la opinión preceptiva (pero no vinculante) del Consell de Garantíes.
Nada habría cambiado, si no ayer, en cosa de dos o tres días el resultado habría sido el mismo.
Lo bochornoso es que 11 diputados de CSQP, que criticaron (Coscubiela con brío, Fachín como un tonto de pueblo) la ley y el procedimiento, en lugar de ausentarse se quedaran para participar, haciendo que hubiera 83 diputados en el hemiciclo en el momento de votar un ley que "disolvía" España. 83 diputados de 135 votaron.
Eso indica que, contrariamente a lo que afirma una y otra vez la oposición (los contrarios al movimiento centrífugo no son mayoría social), además de ser mayoría política absoluta, sí son mayoría social.
Ay.