martes, 25 de abril de 2017

Un fondo duro y rocoso al que podamos llamar realidad




Tengo ante mí el auto de prisión, el auto del pueblo, el Volskwagen del juez Eloy Velasco, juez del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
Y antes de empezar a leerlo con suma atención, pues hay gente privada de libertad por ello y con su nombre arrastrado por el barro, me acuerdo de este pasaje de Walden, de Henry David Thoreau.


... Let us settle ourselves, and work and wedge our feet downward through the mud and slush of opinion, and prejudice, and tradition, and delusion, and appearance, that alluvion which covers the globe, through Paris and London, through New York and Boston and Concord, through church and state, through poetry and philosophy and religion, till we come to a hard bottom and rocks in place, which we can call reality, and say, This is, and no mistake; and then begin, having a point d'appui below freshet and frost and fire, a place where you might found a wall or a state, or set a lamp-post safely, or perhaps a gauge, not a Nilometer, but a Realometer, that future ages might know how deep a freshet of shams and appearances had gathered from time to time. If you stand right fronting and face to face to a fact, you will see the sun glimmer on both its surfaces, as if it were a cimeter, and feel its sweet edge dividing you through the heart and marrow, and so you will happily conclude your mortal career. Be it life or death, we crave only reality.





Tradu exprés:

...Situémonos, trabajemos y hundamos con ahínco los pies en el barro y el cieno de la opinión, el prejuicio, la tradición, el engaño y la apariencia, ese aluvión que cubre el planeta de París a Londres, de Nueva York a Boston y Concord, mediante la Iglesia y el Estado, la filosofía, la poesía y la religión, hasta llegar a un fondo duro y rocoso al que podamos llamar realidad, y decir: esto, sin error alguno, es; y luego, con un punto de apoyo, bajo crecidas, escarchas y fuegos, ocupemos un lugar donde poder erigir un muro o un Estado, o colocar sin peligro un farol, o tal vez una sonda, pero no un Nilómetro, sino un Realómetro, para que las generaciones futuras puedan conocer la profundidad de la crecida de las imposturas y apariencias que llegó a haber. Si uno se mantiene erguido y encara un hecho, verá brillar el sol en ambos lados, como si se tratara de una cimitarra, y sentirá que su dulce filo le atraviesa el corazón y la médula, y así acabará dichosamente su carrera mortal. Sea la vida o la muerte, sólo anhelamos la realidad.