El libro es la historia de un falso voyeurismo. Un puro hoax, el género literario por excelencia.
Lógico pues el éxito de la obra, en este nuevo "siècle de la trumperie"...
Esto no habría ocurrido antes en España: hace 13 años, a un autor español, Mingoya, lo crucuficaron por una ficción vagamente sadiana; y pusieron precio político a la cabeza de su editora, Miriam Tey,
Aquí.
Al director de EM le he encantado... que lo engañen.
Aquí.
Dice sobre el libro (las negritas son suyas):
"Muchos críticos y escritores han arremetido con razón contra Talese por su falta de diligencia en comprobar la veracidad de su narración. Pero, como me ha sucedido a mí, el lector puede cerrar los ojos al rigor del texto y sumergirse en una historia llena de sordidez, que, a la vez, toca lo más profundo del alma humana. La conclusión más obvia es que las apariencias engañan y que lo que sucede detrás de las puertas de cada alcoba es un secreto inconfesable porque el deseo tiene caminos misteriosos. Pero más allá de esta reflexión, está la pasión del voyeur, que vive en la experiencia de los otros lo que está vedado para él".
El articulista afirma haber "cerrado los ojos al [¡"a la falta de rigor", querrá decir!] rigor del texto"; esto es, ha suspendido su incredulidad, como le ocurre a todo lector de cualquier novela. Nada que objetar. En su derecho está.
Pero de ahí a hacer el elogio del camelo y a presumir que esa mentira "toca lo más profundo del alma", porque "las apariencias engañan y lo que sucede detrás de las puertas de cada alcoba es un secreto inconfesable"...
Este elogio del falso mirón debería incapacitar para ciertos cargos que tienen que ver con la realidad.
Al menos Madame Bovary se basaba en hechos reales y Flaubert era ella,