domingo, 16 de octubre de 2016

El mundo nos mira

Aquí, Swastika, un documental de 1974 del judío australiano Philippe Mora, premiado en Cannes, que no se puede visionar aún hoy en Francia y Alemania sin la presencia de un comentador autorizado por las autoridades: es de lo más perturbador, una pura alucinación condensada de lo que pasó a mediados del siglo XX en Occidente: la ascensión del nazismo, (1933-1939)) sin voces en off, como una banalidad, no del mal, sino de lo más kitsch y cursi que quepa imaginar.
Aquí.
Un partido marginal que seduce a las capas  trabajadoras desencantadas y a la pequeña burguesía resentida y xenófoba de un país civilizado y moderno con un proyecto narcisista tan sexy como huero y mentiroso que consigue llegar al poder con un 30 y pico % de votos, en un contexto mundial de gran desconcierto y crisis económica...

Ver a Eva Braun haciendo cabriolas en la ribera de un río, a Hitler acariciando a su perro, a Goebbels besando niños, a Goering en el bautizo de una de sus hijas en presencia del Führer, al establishment alemán y a los allegados señoriteando en torno al dictador en su refugio alpino, produce una sensación tan irreal, por vulgar y normal, que hasta el comunismo, que no aparece en el documental, en su parafernalia y gesticulación grandilocuentes, se inscribe como el negativo realzado del nazismo.
Aquí.

Hacia el final del metraje, la premonición fatídica y pueril, emitida por la radio por una vocezuela: "Hoy 5 de septiembre de 1938, último gran despliegue del nacional socialismo: el mundo tiene los ojos puestos en Núremberg..."

El periodo 39-45 lo resuelve en cinco minutos, no revelaré cómo, pero es como el polvo mental del que habla William James, y que conforma todos los estados mentales conocidos.

Esta película tiene mucha más fuerza intelectual que todos los documentales juntos sobre la Segunda Guerra Mundial y sus atrocidades bélicas y no bélicas.

De obligado visionado y en compañía si puede ser.