Aquí en VO.
Aquí en tradu exprés:
Molière invalidado
"El Consejo de Estado de Francia ha dictado su resolución
sobre las ordenanzas municipales contra el uso del burkini en las playas.
Aplaude la izquierda, mientras protesta la derecha. Y esto porque la
derecha ve el burkini como una
manifestación del Islam cada vez más invasora. Y porque la izquierda piensa que
la prohibición de llevar la prenda es liberticida. Sin embargo, lo que une a los
dos campos es que están ambos equivocados.
Es posible que el origen de esta prenda horripilante sea una
religión concreta. También es posible que la prohibición de llevarla en el espacio
público sea una restricción a la libertad indumentaria. Sin embargo, la verdad
la tenemos delante de nuestras narices, pero nadie la ve de tan gigantesca que es: el burkini no es más que la manifestación del
regreso del orden moral más retrógrado y más indignante que quepa imaginar. No importan
los orígenes de esta ropa mojigata. La izquierda, por lo general, tan dispuesta
a hacer frente a cualquier forma de moralismo, está paralizada por la dimensión
religiosa de estos pijamas playeros. La derecha, de costumbre tan rápida a la hora de defender las buenas costumbres,
no se opone al burkini por razones morales, sino porque es el símbolo de una
religión que, a su modo de ver, desafía la identidad de Francia.
La izquierda debería combatir el burkini como lo hizo
enfrentándose a los oponentes
reaccionarios al matrimonio homosexual. Pues los católicos que se manifestaban en contra de esta reforma progresista
del matrimonio tienen una visión de la moral y de la familia tan reaccionaria como
la de las mujeres que se cubren de la cabeza a los pies para bañarse. No se puede, por un lado, luchar contra el
orden moral cuando lo defienden los católicos, y por el otro, no luchar contra
él cuando lo defienden musulmanes reaccionarios. La izquierda todavía no ha entendido que el
Islam puede ser tan retrógrado como el
catolicismo; y viceversa. Las mujeres que llevan burkini y aquellos que se
manifestaron en contra del "matrimonio para todos" tienen la misma visión en cuanto al lugar que han de ocupar lugar las mujeres en la sociedad.
Si la izquierda fuese todavía la izquierda, debería tener
este discurso crítico contra el orden moral que publicita el burkini. Pero la
izquierda no es más que un cadáver que suena hueco en cuanto impacta sobre ella un problema. Entonces aplaude la decisión del
Consejo de Estado de Francia, ya que cree que una decisión judicial podrá
borrar cuarenta años de sus propias cobardías. No es el progresismo lo que empuja a la izquierda a aplaudir esta
decisión administrativa, sino el miedo. El miedo de la religión, el miedo a desagradar a un electorado del que
espera votos, el miedo a todo lo que es un poco demasiado complicado para
ella.
La ley del miedo es ahora más fuerte que el miedo a la ley
La moral religiosa siempre ha tenido un problema con el
cuerpo y la desnudez. "Cubra este seno
que no puedo ver", puede leerse en una famosa obra de teatro que
muchos han estudiado en la escuela. Trescientos cincuenta años después, todavía
nos reímos con el Tartufo, pero no nos damos cuenta de que hoy es él quien
impone su moral hipócrita. Tartufo ha ganado la partida. Molière la ha perdido.
Muchas gracias, Consejo de Estado. ¿Y qué
dice de esto la izquierda? ¿Y los artistas? Nada. El vacío interesideral.
¿Dónde están los actores que muestran su talento en el escenario para
ridiculizar la hipocresía del personaje de Molière? ¿Dónde los escritores y los
críticos, tan admiradores del espíritu increíblemente subversivo de
Jean-Baptiste Poquelin, alias Molière? Se han hecho invisibles, se han
refugiado en la oscuridad de los teatros para evitar su exposición al sol de las
playas donde se representa una obra grotesca con trajes de otro siglo.
La derecha no será tampoco de gran ayuda con sus
proyectos de ley que nada van a resolver.
Pues al orden moral islámico le
importan un pito las leyes y los reglamentos. Su táctica es la del hecho consumado.
Sin debate, sin votaciones, sin contestaciones.
No hay salida. Deberemos acostumbrarnos al velo, al burka y al burkini. La ley que fue aprobada en contra del uso del burka no hizo que éste desapareciese. La policía tiene demasiado miedo a crear disturbios, y las autoridades locales no quieren que su municipio sea portada en los periódicos. Así que todo el mundo se la envaina.
No hay salida. Deberemos acostumbrarnos al velo, al burka y al burkini. La ley que fue aprobada en contra del uso del burka no hizo que éste desapareciese. La policía tiene demasiado miedo a crear disturbios, y las autoridades locales no quieren que su municipio sea portada en los periódicos. Así que todo el mundo se la envaina.
Las decisiones judiciales sólo se tienen en cuenta si son
favorables al orden moral o al hecho religioso, sin ningún discernimiento, como
la que acaba de adoptar el Consejo de
Estado.
En cambio, cuando la justicia francesa decide que el delito
de blasfemia no existe y que se puede caricaturizar las religiones, ya nadie
hace uso de ese derecho. ¿Quién, aparte
los dibujantes de Charlie Hebdo, se ha atrevido a dibujar al Profeta? Los dibujantes
tienen miedo de ejercer un derecho que la ley les concede porque tienen miedo de perder la vida. A semejanza de la ley sobre el burka, muy poco aplicada, el Derecho se ve completamente
superada por este nuevo orden moral de inspiración musulmana.
La ley del miedo es ahora más fuerte que el miedo a la ley".
Riss, director de Charlie Hebdo.
En efecto, la ley del miedo... como dice Riss.
Pero el burkinismo es un problema político, de propaganda del islamismo, y como tal debe abordarse.