Los ciudadanistas, no contentos con forzarle la muñeca a Rajoy con su centón de capitulaciones, quieren hacerle una comisión de seguimiento permanente: pura persecución.
Y ahora, candil de casa ajena, le exigen primarias al PP.
Aquí.
Es una jugada inteligente pero arriesgada.
La frontera entre ser quien tutela (lo bueno) y ser cómplice (de lo malo) es muy tenue en Democracia, que no deja de ser un sistema en que manda la opinión pública.