Es decir, lo contrario de la peli del 74, que muchos vieron de estrangis (y alguno sólo pudimos oír: literalmente).
Pedro Jota en una filmina sabatina alabando que Rivera vete a Rajoy y de rondó plantee 5 nombres del PP a los que C's apoyaría; apoyaré, apoyaré, apoyaré... como un zapatero de la vida.
Aquí.
Dos de ellos, ministros. Ministros de un gabinete que no ha movido un dedo para forzar la dimisión de Rajoy, antes al contrario.
Dice Ramírez que lo que único que une a estos 5 magníficos en la mente de Rivera es su "integridad personal". (sic)
Resbaladizo terreno el de la dilución de la frontera entre lo público y lo privado, que es sinónimo de lo personal.
Clinton fue buen gobernante aunque pusiera cuernos a su esposa, que no a América. Kennedy encandiló al país y a medio mundo antes de ser asesinado, y todos sabemos de sus aventuras extrasentimentales...
En política tan absurdos son los vetos personales como los (des)amores incondicionales en casa ajena.¿Qué sabrá Rivera (y Pedro Jota) de la integridad personal de estos 5 magníficos*? Y si lo supieran, ¿qué relación guardaría esto con su facultad o no para pactar?
¿Por qué dar plena fe a los papeles de Bárcenas, que, además según el propio imputado Bárcenas, son parciales, y que hay más? ¿Y si salen nuevos papeles con sobresueldos a Alonso y a Pastor... o al propio Feijoó, que, por edad y cargo, también pudo estar en los repartos? ¿Y si los papeles son falsos o postfabricados? Aún no hay sentencia firme sobre todo ello.
El intrusismo de Rivera roza el ridículo y se le girará en contra: a la gente de bien no le gusta que los demás anden metiendo sus narices en casa ajena. Si bien es cierto que no sólo vota la gente de bien...
Pero su contradicción es flagrante: ¿por qué no da la lista de socialistas con los que no pactaría esta vez, ya puestos...?
¿No puede esperarse a los resultados y ver qué ha votado la gente? ¿130 o 140 escaños a Rajoy no le parecerían un buen argumento a tener en cuenta?
Al final tendrá razón Rajoy y Rivera es un poco amigo de la Santa Hermandad...
Al menos, cuando Pablo Iglesias le montó medio gabinete al PSOE en aquella rueda de prensa happening esperpéntica, se abstuvo de nombrar a los ministros socialistas. Sólo repartió carteras a los suyos.
*En cambio a Rivera no le molesta que De Gea, involucrado, de respabilón y vía filtraciones, en un caso de momento apenas policial de supuesta prostitución forzada de menores, sea el portero de España, cosa que, en cambio, sí preocupa a Sánchez.
Aquí.
O sea que a Rivera sí le gusta ser fiscal, defensor y juez, como le dijo Rajoy... aunque sea aquí para absolver al guardameta.
Sin que sea óbice la presunción de inocencia, Sánchez cree que el portero de un equipo que representa a todo un país no sólo ha de ser honesto sino parecerlo (visión puritana pero legítima de la política pero que sonaría menos hipócrita si su partido no se hubiera reajuntado o abstenido en algunos lugares de España para que gobiernen los enemigos de la Constitución...).
En Francia lo tuvieron claro con Benzema, que fue apartado y nadie salvo el interesado protestó (meando fuera de la portería por cierto y al grito de: "¡Racistas!...); pero el francés, al menos, había tenido que declarar ante el juez y su futuro procesal no parece precisamente un césped plantado de rosas.
Rivera, imagino que haciendo valer la inocencia postulada de De Gea (nadie deja de serlo hasta que deja de serlo...), se siente cómodo con el portero de la barba rubia, el portero de su propio equipo, visto que Rivera luce la zamarra roja con donosura últimamente en los actos electorales. Y hace bien, porque además lo hace en territorio comanche, lo cual tiene bastante mérito.
Me parece bien. Lo que no me parece tan bien es que se sienta tan incómodo con los jugadores del equipo rival, el PP; respecto a éstos, su obligación es ganarles el partido, no impugnar la alineación y proponer otra, y mucho menos vetar al entrenador.
Como sólo me creeré su amor a la Roja si eliminan a España en octavos y sigue luciendo la camiseta el día del recuento por la noche electoral.
Entretanto, que se ocupe sólo de los vicios públicos de su partido, y no tanto de las (no) virtudes privadas de sus rivales.
Un deportista como él debería saber que eso es lo que toca en tiempo de partido.