Repugnante y de una vileza sin límites el uso por parte del PP y de Podemos, la pinza que no cesa, de un vídeo truncado y descontextualizado en que Sánchez parece limpiarse tras haber dado la mano a un chavalín y a su madre ambos de color negro.
Aquí.
Cualquiera que haya estado en un sitio donde hace bochorno y/o haya jugado un poco al baloncesto sabe que ese gesto no lleva aparejada ninguna intencionalidad racista ni nada que se le asemeje: es un automatismo; más que probablemente para tener la mano lista y dispuesta para el siguiente apretón de manos o el siguiente pase de balón. O bien a Sánchez le suda la mano, y no quiere que la siguiente vez empapar a otra persona. En todo caso, nada que sustente la tesis epidérmico-racista.
Al PSOE se le puede acusar legítimamente de muchas cosas, y a Sánchez de otras tantas, pero este vídeo goebbelsiano y su lectura populista de Cifuentes y algunos podemitas los sitúa en el nivel cero de la política, en el todo vale para derribar al rival.
Deseo que se convierta en un bumerán para los desaprensivos que lo han lanzado y jaleado, la pinza que no cesa, los extremeños que se tocan; eso sí, fuera de cámara.