martes, 12 de abril de 2016

Agravios comparativos

El cómico alemán Jan Böhmermann ha querido explorar los límites de la libertad de expresión en su show televisivo de la cadena nacional ZDF, después de que Erdogan presionara a Alemania, y convocara tres veces a su embajador en Ankara, por un vídeo con una cancioncilla paródica y satírica contra su persona, que la cadena regional NDR había emitido pocos días antes; el estribillo era: "Erdo-cómo, Erdo-dónde, Erdo-gan"; y la letra era alusiva  a las violaciones de las libertades civiles en Turquía.
Aquí con subtítulos en inglés.
(Un extracto : Un periodista incómodo/mañana en la cárcel estará./ Erdogan cierra una redacción/con lacrimógenos y agua de cañón/ así que no te pongas borde con el tipo/porque te tiene bien cogido... etc.)

Así que el cómico germano, en un gesto de solidaridad y de libertad, decidió darle una vuelta de tuerca más a la burla a Erdogan, con una letrilla satírica, de cosecha propia, de dudoso gusto y más bien tontorrona pero claramente ofensiva y provocadora, para dejar claro hasta dónde permite llegar la ley alemana, y con ello hacer ver a todos que el vídeo con la canción era algo totalmente legítimo y asumible por todos. 
Por eso optó por llevar a cabo este "agravio comparativo", con su poema didácticamente ofensivo. Para provocar el debate y poner a cada cual ante sus propias contradicciones. Al legislador, al judicial, al ejecutivo y a Erdogan.
 (Un extracto de su textito: Retrasado y cobardón, /odia más que miente el cabrón /éste es, amigos, Erdogan, /el turco jefe del estado musulmán. / Su polla huele a chamusquina / y a quien no le guste que tome quina./ Un pedo de cerdo tiene más marcha / que apalizar chavalas sobre la marcha,/ que es su afición,/ siempre que lleve máscara/de goma negra o de latón./ Le gusta que le chupen las cabras el pito/ pero él silencia a las minorías y no oye ni un pito... etc. --traducción libre--.)
Ahora, el cómico deberá tal vez arrostrar un procedimiento judicial en Alemania, por injurias, instado por el sátrapa turco, algo que precisa, eso sí, del visto bueno previo del gobierno alemán. La normativa alemana prevé tres años de cárcel por injuriar a un jefe del Estado extranjero.
A ver cómo ata por la cola esta mosca doña Merkel. 
Si Alemania coadyuvase en este procedimiento, estaría ayudando indirectamente a la represión en Turquía y a la desmoralización de los demócratas allí, pues esos críticos a Erdogan verán hasta dónde llega el poder del presidente turco autócrata. Desmoralizante.
Si en España, a la periodista Empar Moliner se le deja quemar la  democrática Constitución Española en la tele, por discrepar de una sentencia, sin siquiera llamarle la atención a la cadena pública TV3 (aquí), no se entendería que Böhmermann tenga que ir en Alemania a la cárcel por burlarse de un dictador.
Cuando la fatwa de Jomeini a Rushdie en 1989, el Reino Unido (y parte de la UE) cerraron filas en torno a la libertad de expresión. O, al menos, no prohibieron el libro y protegieron a Rushdie.
Vamos para atrás.