Félix de Azúa ha dado una entrevista resultona y ligeramente provocadora: y es que no se puede ser brillante 24 horas al día.
Aquí.
Pero resulta que, además, ha insultado a la alcaldesa de Barcelona insultando de facto a las pescaderas, dignísima profesión donde las haya, y más en un país de tan buen pescado.
Yo ya sé que Azúa comete el mismo error facilón de cuando uno llama "hidepu" a alguien (como le ocurre al Lazarillo), con lo honrado que es el oficio más viejo del mundo; y qué culpa tendrán ellas de lo que hagan sus retoños.
Pero él, que es un fino letrado y un inmortal, no debería haber incurrido en semejante vulgarismo.
Había mil otras maneras más sutiles y certeras y hasta divertidas de criticar a la alcaldesa de Barcelona, tan criticable, por lo demás.
Y Azúa, tan de matices, conocía esas otras 999 maneras.