Ada Colau ha toreado como un maletilla rebordecido en el Saló de l' Ensenyament de Barcelona, haciendo un feo al Ejército Español: les ha dicho que se vayan, porque "simplemente hay que separar los espacios". Puro apartheid.
Aquí.
Es más fácil descomponer un átomo que un prejuicio, verbigracia el que se da contra las Fuerzas Armadas de España, un cuerpo de paz y de defensa de la libertad y de la civilización en sus misiones internacionales.
La presencia del ejército español en el Salón de la Enseñanza en Barcelona es un privilegio y una opción académica de lo más atractiva en tiempos de crisis. Los militares españoles tienen más formación y altura de miras que la panda de gualtrapas que pululan en los ayuntamientos populistas catalanes.
Es lógico y una halago que les fastidie que estén los militares en el Saló: son la parte del Estado más justamente estimada por la población. Debería reinstaurarse el servicio militar, una de las pocas ocasiones en que los españolitos podían salir de su aldea, peinarse el pelo de la dehesa y conocer a otros compatriotas y paisajes.
Sé que se me tildará de facha por esta entrada.
Un honor, señor.