¿Un talibán chistoso deja de ser un talibán?
No, es simplemente un gracioso sin gracia. Y sigue siendo talibán.
Mostrar la realidad y su horrenda faz y mofarse de ella con humor negro; hacer escarnio del que ha perdido la partida y se ha ido, y encima hacerlo con buena conciencia y dando codazos de complicidad; denunciar al que denuncia, hacer burla del disidente; sólo tiene un nombre pero no merece ser ni escrito. Y es que nombrar ya es reconocer.
Aquí.
Afortunadamente, todo esto a Azúa le resulta indiferente. Frente a la barbarie, más cultura y belleza.
Frente a los que sólo tienen la mala baba como argumento, desprecio por omisión.
Ni convencerán ni vencerán.