jueves, 4 de febrero de 2016

El rey Letizio

Antonio Hernando, lugarteniente de Sánchez, en Los Desayunos de TVE: pondera lo audaz y responsable que es su jefe, lo complicadas que serán las negociaciones y bla.
Recuerda que Podemos amenazó cual bocazas con represalias si no tenían cuatro grupitos en el Congreso, y luego na de na. Allí están, con su tropa en el gallinero.
Sigue diciendo que Podemos y C's no son incompatibles.

No es baladí: ésa es la estrategia: al situarse en el centro equidistante acota el espacio político, el neoPSOE dice quién es la derecha (C's) y quién la izquierda (Podemos), arrojando así al PP (partido antisistema y ansiógeno) al baúl de la Historia, donde por cierto se ha arrojado él solito al renunciar incomprensiblemente su líder a intentar una investidura con un proyecto reformista y españolista, manque perdiese la votación, pero para ganarse el reconocimiento de los españoles-españoles.

Tal comportamiento sólo tiene dos explicaciones: o se atormenta una vecina que tiene mucho que contar sobre las sentinas del buque PP a la deriva, y Rajoy no quería estar en la tribuna del Congreso cuando esto ocurriera u ocurriese; o bien pensó que el rey, actuando en hijo de su padre, le iba a dar otra prórroguita, dame un argo, que él iba a utilizar sabiamente para por fin ponerse a hablar con C's, qué pereeeesa. Pero el rey hijo no es el rey padre. Y a Felipe no debió de gustarle la primera espantada. Si el rey brinda la investitura, por lealtad constitucional uno debe recogerse el guante. Le guste más o menos.

Y es que todo tiene arreglo menos resucitar después de muerto, debería saber la sabiduría popular.
"La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar", decía Thomas Chambers. Rajoy no tiene nada que hacer y una agenda muy vacía, no tiene a quien amar ni quien lo ame, y solo le queda esperar que Sánchez se pegue una hostia como la de Rita Barberá, "qué hostia, qué hostia".  No es un bagaje como para tirar cohetes y menos con la pólvora mojada de Valencia.

Sea como sea, el cadáver del PP no tiene ni media hostia, ha perdido todo protagonismo como no sea en los juzgados, y es un interfecto que lo fía todo a una nuevas elecciones tan deseadas como improbables, por lo siguiente: si Sánchez convence a Rivera de ir en tándem (también en las CC.AA.) con sus 130 diputados articulados y listos para el combate como los Madelman (debate de investidura a dos voces con un programa de reformas constitucionales razonables), el PP, ya yerto par entonces acabará absteniéndose, pues de lo contrario sabe que sus expectativas electorales bajarían irremisiblemente en favor de C's, de todos modos.
Nuevas elecciones serían la tumba de Rajoy, que se ha suicidado aunque todavía no lo sepa.  Un revenant como él con siete vidas también debía de tener su fecha de caducidad. Cosas de la edad, por lo demás. La política española no es  un país para viejos. O sólo para viejos pasados de revoluciones como Carmena, el ex jemad y gente así.

Además, el electorado castiga mucho esas pataletas personalistas de no querer sumar, o de perro del hortelano, vide UPyD cuyo candidato a la Moncloa está haciendo cola en el INEM.
Aparte de que C's puede propiciar una moción a Cifuentes para poner a Gabilondo en la presidencia de la CA de Madrid y en otros lares...

Si Sánchez opta, en cambio, por meter a sus verdugo enragés en el Gobierno y ofrece un proyecto rupturista y montaraz y asambleario, los que se abstendrán en tal caso serían los independentistas catalanes, a río revuelto baile de roedores... pero también  se abstendrán los barones y baronesas del PSOE, pues la militancia habrá previamente ratificado dicho acuerdo progresista y no se atreverán a ir contra los 190 000 socialista de carné.
Curioso: los militantes del PSOE veían (e imagino que ven, si alguien se dignara encargar un sondeo, ahora nadie quiere, raro raro raro...) con buenos ojos el pacto con Podemos, pero los votantes ven con buenos ojo el pacto con C's. Cosas de los partidos: los militantes son gente que se mueve por ideología; los votantes, más por conveniencia y principio de realidad.


Resumiendo, Pedro Win Win ha jugado con gran inteligencia política, habida cuenta de las birriosas cartas que tenía la noche del 20-D, en que debió dimitir o aceptar que lo dimitieran sus correligionarios.
Pero tuvo las narices de decir que el resultado era histórico y nadie entre los suyos dijo nada. El optimismo patológico le ha salido bien.

Sánchez ha desbloqueado una situación que él se había encargado de bloquear. Maquiavélicamente magistral.
Y en todo ello su cooperador necesario ha sido otro optimista... antropológico: el rey Letizio (pues tanto monta, y monta mucho, pues como es sabido, encima de todo hombre hay una gran mujer), un hombre joveno, desacomplejado y tuteador, con ganas de marcha, de mover el esqueleto, harto ya de Rajoy y su "ahora me lo quito ahora me lo pongo" y, en definitiva, hastiado de la vieja política de su papá-suegro.

Tanta es la marcha de don Letizio, que si Rivera le hubiera pedido la investidura el otro día para intentar un mini Gobierno de transición sólo para las obligadas reformas constitucionales, se la habría ofrecido. Lástima.