Los fanáticos oscurantistas que creen en el Dios de la Independencia excluyente e insularizante resulta que, además, son arboricidas, y por eso han talado tres venerables cipreses gerundenses y los han lanzado por encima de la tapia de can Boadella. Como lanzadores de menhires.
Verlo para creerlo aquí.
Podrían haber hecho un pintada alusiva, o echar una bolsa de basura por encima del muro, o arrojar un cochinillo como hicieron con el traidor Figo en la Catedral barcelonista: pero no, mataron tres cipreses, árbol espiritual por antonomasia, porque para ellos era una ejecución en efigie, pues Boadella es un venerable ciprés catalán. Más catalán y, por tanto, más universal que ellos. Y esto es lo que, en el fondo, les jode a los localistas ebrios de Dios. Esto y que el Barça en una Arcadia indepe y sólo con jugadores catalanes apenas lucharía por la Copa Cataluña con el Sabadell, en años alternos.