Iglesias quiere hablar con Sánchez de su propuesta cuanto antes, no sea que baje la espuma; es como Umbral cuando fue a lo de Mercedes Milá: "O se habla de mi libro o me voy".
Y de repente, me he acordado de Umbral.
El cronista de la "santa" transición, que hablaba con todos los políticos para "estar informado".
Cada día escribía un artículo, por lo menos, y hacía avanzar alguno de sus libros in progress, llegó a publicar unos 90.
En el Café Gijón, memoria simultánea, parnasillo de Francisco Umbral, decía cosas como: "es más poeta Larra en prosa que Dámaso en verso".
Más que le Democracia o cualquier otra cosa, decía, lo más grande para él era la libertad de opinar y sentir a su antojo.
Inventaba palabras, rescataba otras del olvido.
Que lo plagiasen le parecía un homenaje, y si él lanzaba una palabra al ruedo, todos acababan utilizándola.
Pero como Manuel Vázquez Montalbán, Umbral no dejó de vivir mentalmente en los años 40 y 50.
Tomó Viagra para poder contarlo en Paris Match.
Murió en 2007 siendo Premio Cervantes pero no académico de la lengua.
Habría disfrutado mucho con la espuma de estos días.