Los corresponsales de todo el mundo in situ (y otros agentes presentes) dicen que lo de Kabul de ayer fue un salvaje ataque de 12 horas contra la Embajada de España.
De los escombros salió otro cadáver español, el del Jorge García Tudela, que se añade al del policía Isidro Gabino Sanmartín Hernández y otros dos policías afganos muertos en el atentado.
Rajoy había dicho ayer: "No sido un ataque ni había intención, así lo han reivindicado los talibanes, sino contra una casa de huéspedes que hay próxima a la embajada". Hoy dice que fue un ataque contra España, pero insiste en que no contra la Embajada española.
Más bien parece, en efecto, que el atentado es contra todos los huéspedes, sobre todo occidentales, que viven en Afganistán, país altamente poco hospitalario.
Decía Alfonso Rojo ayer en La Noche en 24h, que, de celebrarse elecciones democráticas en Afganistán, (y Egipto y Argelia), ganarían con un 80% los fanáticos.
Es tiempo de pensar qué hace España y Occidente en Afganistán, y de pensar si la Democracia es un intangible exportable.
La campaña electoral se ha visto alterada por lo de Kabul, confirmando la globalización del mundo, aquello del efecto mariposa. Semi luto nacional, convocatoria de los partidos firmantes del pacto antiterrorista, but the show must go on.
Nadie pronuncia la palabra guerra, que tiene mala prensa en España.
Sale a dar una rueda de prensa el ministro (y candidato) Fernández Díaz después de la reunión del Pacto antiyihadista; afectado por haber estado con la viudas y las familias de los dos policías muertos.
No ha hecho un mitin, y se le agradece. Ha destacado la semejanza de todos los terrorismos. Valiente.