martes, 22 de diciembre de 2015

A vueltas con las dobles vueltas

Mucho se habla en estas horas de resaca electoral sobre las maldades de le ley electoral española.
Este blog también lo ha hecho.
También surge la cuestión comparativista, y en ésta, se ponderan las bondades de los sistemas a doble vuelta.
No está claro que este sistema, per se, redunde en una mejor calidad democrática.
Para empezar los países que practican alguna de las variantes de esta modalidad no son precisamente dechados de virtudes democráticas.
En Alemania, el sistema es mixto, y algunas voces lo critican: en las últimas legislativas, los Liberales obtuvieron más de dos millones de votos y cero escaños, mientras que los Verdes, con menos de 3,7 millones de votos atesoran la friolera de 63 escaños. 7 millones de votos quedaron sin representación parlamentaria alguna en 2013 en ese país.
En Francia, con una división en 577 circunscripciones donde solo un diputado es elegido, la segunda vuelta (necesaria muy a menudo, pues aplica en todos los casos en que no haya un candidato con más del 50% de los votos en la primera vuelta),  no garantiza que pasen solo dos candidatos a ese ballotage o segunda criba:  pueden pasar todos los candidatos que hubieren superado el 12,5% de los votos; con lo cual, en muchos casos, la segunda vuelta es una mera repetición de la primera con algún descarte, salvo que haya candidatos que se retiren y pidan un voto útil a sus electores, consigna de voto útil que éstos seguirán o no.
Con un sistema de doble vuelta con "solo" dos candidatos surge el irresoluble problema llamado de Condorcet:

Ejemplo:

Con 21 millones de electores,  (por orden de preferencia)
  • 7 millones electores eligen a A, pero luego preferirían a C, luego a B ;
  • 8 millones electores eligen a B, luego a C, luego a A ;
  • 6 millones electores eligen a C, luego a A, luego a B.
Con este sistema, el candidato C queda eliminado en primera vuelta toda vez que podría haber ganado en su duelos contra A (A: 7 y C: 14) y en su duelo contra B (B: 8 y C: 13).

Esto, trasladado a las Presidenciales, podría dar en Francia esta situación: Le Pen 23%, Sarkozy 22% y Hollande 21%. Al pasar a la segunda vuelta solo los dos primeros, Hollande quedaría fuera de la carrera, y, sin embargo podría haber ganado perfectamente si:
7 millones de electores hubieran elegido a Le Pen, y pero luego hubieran preferido a Hollande, luego a Sarkozy.
si 8 millones hubieran elegido a Sarkozy, luego preferido a Hollande y luego a Le Pen
si 6 millones hubieran elegido a Hollande, luego preferido a Le Pen, y luego a Sarkozy.
En tales casos, Hollande habría ganado a Le Pen y a Sarkozy, y, si embargo, no se habría podido producir esta situación porque no habría estado en liza en la segunda vuelta.

Si cruzamos los Pirineos, veremos que predicar la Grosse Koalition PP-PSOE no tiene un especial asiento de calidad democrática, pues aparte de ser la colación menos deseada por los votantes según las encuestas, es altamente probable que gran parte de los votantes del PP y del PSOE, de haber sabido de esa posible coalición postelectoral, hubieran votado por otro partido, verbigracia Ciudadanos o Podemos.
De hecho, sensu contrario, es probablemente lo que le ha ocurrido a C's y a sus expectativas de grandísimo resultado: al decir Rivera que se abstendría y dejaría, por pasiva, gobernar, a la lista más votada en final de campaña: eso se tradujo en la mente del elector de estas dos maneras:
"Si voto a C's, gobernará el PP, luego si quiero que gobierne el PP, voto directamente al PP".
 O bien, su negativo:
"Como Ciudadanos dejará gobernar al PP, y esto es lo último que quiero, voto al PSOE o a Podemos o a lo que sea..."
Ese doble razonamiento es lo que le ha privado  a C's tal vez del 7% de votos suplementarios que le vaticinaban las encuestas (le daban por encima del 20% de votos) a media campaña electoral, y que le hubiera supuesto luchar por la segunda plaza en escaños, ser jefe de la oposición, etc, etc, etc..

Conclusión: un lío. Pero repetir las elecciones, no tiene por qué se la peor solución.