miércoles, 8 de noviembre de 2017

Belga, valón y popular

Tribuna invitada sobre Cataluña: "El nacionalismo es la guerra y la muerte del proyecto europeo"

La Unión Europea tiene todo el interés en fomentar un retorno al diálogo entre los catalanes y el estado español. De lo contrario, el proyecto europeo corre el riesgo de recibir un duro golpe. Una tribuna de Claude Rolin, diputado europeo belga del PPE [grupo donde están los eurodiputados del PP]



"El nacionalismo es la guerra", decía François Mitterrand. Esta afirmación cobra todo su sentido a la luz del conflicto actual entre el gobierno catalán y el gobierno español.

Europa sufre por sus nacionalismos. Los conflictos mundiales que marcaron el siglo XX fueron su expresión más dramática. Desde entonces, las aspiraciones a una mayor autonomía, así como núcleos de independencia, se han desarrollado en varias regiones de Europa, en diversos grados e intensidades que varían según el momento. En algunos casos, han dado lugar a acciones violentas, como en Irlanda del Norte o el País Vasco; en otros, condujeron a un proceso de autonomización a través de mecanismos de consulta concertados y enmarcados.

Enfoque aventurero

Al establecer la independencia como objetivo, el gobierno catalán es aventurerismo. Creer y, sobre todo, hacer creer, que tal independencia es posible y fácilmente asimilable dentro de la Unión Europea y en el marco de la zona del euro es algo irresponsable. En caso de independencia, Cataluña deberá solicitar la adhesión a la Unión Europea. Esto requerirá una decisión unánime de los Estados miembros y la validación es ilusoria en la medida en que el gobierno español no dará un cheque en blanco. Además, muchos Estados también rechazarán la adhesión catalana en solidaridad con Madrid porque saben muy bien que un aval abriría la puerta a otras veleidades y reivindicaciones similares, como en Francia, Italia o Bélgica.

Consulta indispensable

La esencia del proyecto europeo es reforzar la cohesión y la solidaridad entre los diferentes Estados miembros y sus regiones. Si bien es esencial luchar contra los egoísmos y los repliegues identitarios, es igualmente importante proporcionar respuestas concretas a las aspiraciones de las poblaciones. Para lograrlo, el único camino posible es el de la concertación y el diálogo, de conformidad con las constituciones y el derecho, e inspirándose en el principio de subsidiariedad, tan querido por la Unión, y que quiere que las decisiones se tomen en el lugar más apropiado por parte la entidad competente más cercana a los directamente interesados.

La estrategia del gobierno catalán ha llevado a un callejón sin salida, pero la actitud del gobierno español ha demostrado ser igual de problemática. La situación de conflicto de las últimas semanas no ha nacido ayer y la falta de solución a este problema debe achacarse a los responsables políticos. El autoritarismo y la represión policial nunca han sido una solución. Nunca podremos aceptar la acción desproporcionada de la policía contra una población que quiere expresar un punto de vista. Nunca podremos aceptar que las personas estén encarceladas, en principio, por sus ideas. Al hacerlo, el gobierno español ha construido un nuevo obstáculo cuando solo la restauración del diálogo puede ayudar a salir del bloqueo.

Hacer que todos vuelvan a la razón

Al elegir refugiarse en Bélgica, el presidente de la Generalitat de Cataluña plantea un problema al gobierno belga.

Bruselas, el nuevo campo del enfrentamiento catalán

El Secretario de Estado Theo Francken, que pretende estar hoy en la vanguardia, no muestra tal solicitud, complacencia y aún menos empatía cuando se trata, por ejemplo, de refugiados sudaneses presentes en nuestro territorio. Si bien corresponde a los tribunales decidir sobre la solicitud de extradición, corresponde a Bélgica, al igual que a los demás Estados miembros de la Unión Europea, utilizar su influencia y desempeñar los buenos oficios para devolver a los líderes españoles y catalanes al camino de la razón: el de la negociación.

Encerrarse en una estrategia de confrontación, creer que la justicia puede dirimir cuestiones eminentemente políticas y así proporcionar la solución, cuando se rechaza el diálogo, conducirá a España a un callejón sin salida. A la larga, esto socavará inevitablemente el crédito internacional de la Unión Europea y también afectará sus perspectivas futuras y económicas.

Apelamos a la sabiduría de unos y otros para una solución negociada que respete los principios democráticos. Sí, el nacionalismo es la guerra, pero también es la muerte del proyecto europeo".


Claude Rolin es diputado europeo belga del PPE.