Rajoy va cayendo en todas y cada una de las trampas que le tienden los independentistas, kafkianos artistas del hambre, victimistas vocacionales desde la más tierna infancia.
Ese trámite del 155, la última.
¿Alguien puede pensar que estas medidas van a desactivar el proceso desencadenado hacia el abismo?
En vez de dejar que sea la propia locura secesionista la que se acabe topando con la realidad, y que sean los procedimientos judiciales, y de vía lenta, los que multen e inhabiliten sin alharacas (la cárcel no es siquiera necesaria en ausencia de violencia) y ejercer un control inteligente del grifo del dinero, y, sobre todo, permitiendo que sean las empresas y los ciudadanos de Cataluña los que por fin den la espalda a los que los van a arruinar, Rajoy opta por medidas que no harán más que dar oxígeno a quienes viven del victimismo, así en la ley como fuera de ella.
Las elecciones autonómicas previstas y convocadas desde la capital sólo pueden reforzar a los depuestos (y a sus socios en el derribo al PP, los colauistas) y tendrán una inevitable lectura constituyente y republicanista... en el mejor de los casos. Si es que para entonces no es ya Kataluña la nueva república independiente kosovar del Sur de Europa.
A ver qué dice Merkel.