miércoles, 23 de agosto de 2017

No tinc ous

Charlie Hebdo ha vuelto a liarla con su portada de niños malos sobre el atentado en Barcelona; dónde va a parar comparada con la de El Jueves, estos chicos sátiricos tan castellers  que "no tenen por"... "ni ous".

Aquí.



Como mil palabras valen tanto como una imagen, aquí va el editorial del semanario francés sobre la raíz del problema.


Aquí en francés, moyennant finance.

Aquí en tradu exprés:


Avestruces vacacionales

"¿Toca hablar del terrorismo? Desde el anuncio de los atentados de Barcelona, todo el mundo ha desempeñado su papel como en una  función teatral bien engrasada. Las radios y las teles  han invitado, como corresponde, a los “especialistas”, quienes repiten un poco lo mismo que cuando el último  atentado. Los políticos han condenado en Twitter estos “odiosos actos de barbarie”, y las personalidades han tuiteado mensajes de apoyo para las víctimas. Cada cual ha hecho lo que tenía que hacer, cumpliendo con su papel, para que las cosas vuelvan a la normalidad al día siguiente. Para convencernos de que todo esto se ha convertido en algo trivial, se nos ha contado incluso que, desde el terrible atentado de Madrid en 2004, los españoles se habían acostumbrado al terrorismo y que, aparte algunos turistas cobardicas, los coches-ariete de Barcelona apenas impresionan ya a nadie.
Algo ha cambiado, sin embargo, desde el 7 de enero de 2015. Los debates y los interrogantes sobre el papel de la religión, y, más concretamente, de la musulmana, en todos esos atentados han desaparecido por completo.  El ataque a Charlie Hebdo había obligado a los medios y a los intelectuales a abordar esta cuestión, dado que lo que motivó a los asesinos fueron las caricaturas de Mahoma. Para "lo" del 7 de de enero ya no se podía decir que la causa era la intervención de Francia en Mali o en Siria, puesto que aún no se habían producido. Tal vez por ello, dos años más tarde, los medios hablan cada vez menos de "lo" del 7 de enero…
Desde entonces, una labor de propaganda ha logrado despistarnos y hacernos disociar los atentados de cualquier aspecto religioso. Hoy, ya nadie se plantea el papel del Islam en la ideología del Estado Islámico. La comedura de coco ha sido tal que todo el mundo acepta que no hay que cuestionar “el hecho religioso en sí”. Éste se impone a todos, y aquellos que se atreven a ponerlo en entredicho son tachados de burdos anticlericales de otra época.
Pero como a pesar de todo hay que dar una explicación  a los atentados, se nos sirve como sucedáneo la geopolítica. Las causas de todos los atentados serían la guerra en Irak, el petróleo, la política de Obama, de Trump, y todo un conjunto de razones que, si bien no carecen de cierto interés ni pertinencia, tienen el gran mérito de evitar que se hable de religión y, sobre todo, de la musulmana.

A menudo se contrapone el Islam con el islamismo. Como si estas dos concepciones religiosas fuesen dos planetas extraños el uno respecto al otro. Para ahorrar a los musulmanes moderados la afrenta de vincular su fe a la violencia yihadista, se ha disociado metódicamente la religión musulmana del islamismo. Sin embargo, el islamismo forma parte del Islam. Cuando se critica la Inquisición y sus crímenes, no se desgaja ese fanatismo del resto de la Iglesia católica. Aunque muchos cristianos denunciaron la Inquisición, ésta  es un elemento del cristianismo y de la Iglesia. Por ello, siglos más tarde, el papa Juan Pablo II se sintió obligado en 2000 a hacer votos de arrepentimiento por los crímenes cometidos en nombre de la Inquisición; en nombre del cristianismo. Curiosamente, cada vez que los integristas musulmanes cometen crímenes, se crea en torno a ellos un cordón sanitario para “exfiltrarlos” del Islam, y así evitarle a la religión de Mahoma la más mínima crítica. Oh, sí, cuánto más confortable es hablar de Bush, Obama o Trump que  husmear en los problemas que desde hace décadas desgarran al Islam. El confort intelectual prima por encima de todo. El confort es la obsesión de nuestras sociedades consumistas. Queremos unas vacaciones confortables en España, en buenos hoteles y con buenos restaurantes. Queremos debates apasionados sobre Neymar y sobre el cierre de los paseos que bordean el Sena. Oiga usted: ¡es que no nos hemos alquilado un piso turístico en Barcelona para que nos arrollen en Las Ramblas y encima tengamos que ponernos a hablar de la religión musulmana!
Para nuestro confort, evitemos pensar en todos estos asuntos penosos que nos emponzoñan la existencia. No pensemos demasiado en ellos: otros, con sus vehículos asesinos y sus cinturones de explosivos lo harán por nosotros".    

Driss es el director [aún vivo] de Charlie Hebdo.


N.B.

Nótese que en este editorial (y en todo el número, por cierto) los catalanes son, para los Charlies, españoles. Debe de ser el único órgano de prensa internacional inmune a la propaganda forneada.