Homs, aparte de reconocer de nuevo los hechos que se le atribuyen ("y más cosas hice") se ha permitido en su palabra final hablar de Franco entre líneas y su democracia orgánica y sacar a pasear al poeta Joan Maragall (bajo la figura tutelar de Unamuno) para dibujar un Estado español inquisitorial, militarista, burocrático, sólo han faltado los curas bajo el sol de Satán.
La doble alusión historicista es lamentable, pero propia de un esencialista como son los indepes.
Ellos, los catalanes, forjadores de "Patrias nuevas" y sonrisa en ristre.
Para esto habrá servido el juicio: para hacerle la campaña al PDCAT ante su parroquia, en la dura lucha electoral frente a ERC.
La Sala II del TS deberá dictar sentencia sobre Homs, y ésta, determinará la del TSJC, que, por sentido común esperará turno, para dictar la suya sobre Mas, Ortega y Rigau.
La cuestión política es saber si las sentencias recaerán antes o después de la convocatoria del referéndum ilegal por parte de Puigdemont.
Si es antes, su importancia en términos políticos será capital, tanto si absuelven como si condenan.
Y si es después, la importancia de las sentencia será casi baladí.
Al judicial le conviene no pronnciarse con prisa, porque se dabe utlizdo en un juicio político.
Pero como Puigdemont lo sabe, esperará a la sentencias para convocar el referéndum ilegal.
En esta carrera de caracoles estamos, a ver quién se toma más tiempo para mover ficha.
El que no tiene fichar que mover hasta es entonces es Rajoy, al que ya le va bien tal cosa, más caracol que ninguno de ellos.