Artur Mas ha declarado hoy ante el Supremo, y, en algo, tiene razón: la macroencuesta (que es lo que fue el proceso participativo de cartón, y que tuvo un éxito muy relativo) se toleró, la autoridad competente no la paró. Rajoy se burló, luego pasó de todo, la fiscalía se inhibió, y, por tanto, la policía no movió un dedo.
El 9-N se celebró "con toda normalidad".
Y antes, el judicial, una vez mandada la providencia, esperó a ver qué pasaba por aquello de no incurrir en ultra vires.
La indolencia de Rajoy es, en el fondo, lo que se juzgará aquí; pero el pueblo ya lo ha absuelto. Más: lo ha premiado, y sigue subiendo el premio en las encuestas.
Cosas de las democracias inmaduras.
Que el poder judicial tenga que dictar indirectamente sentencia sobre la desidia de Rajoy será un homenaje ex post a Torres Dulce, que dimitió; igual que dimitió Madrigal luego, por lo mismo: por la infinita zafiedad del Gobierno Rajoy en lo tocante a la separación de los poderes.
Aquí.
Sean cuales sean las sentencias, serán votos para los indepes.
NB
Un testigo ha dicho que la consulta "se hizo con toda normalidad", a lo que el fiscal Moreno, picado en su amor propio y prurito profesional ha dicho: "Bueno, con toda normalidad, con toda normalidad... si fuera así, no estaríamos aquí ¿no?".
La realidad de los hechos ha dejado en ridículo al torpe fiscal.