Tras el pacto con la CUP, habrá un referéndum de secesión en breve.
Aprovechando la inhabilitación de Forcadell, por ejemplo.
Será un consulta como la del 9-N, en la medida en que no será acordado con el Gobierno central.
Pero no lo será si esta vez se supera el quórum exigible en cualquier consulta que se considere medianamente seria y representativa, es decir el 50% de participación.
Con Colau claramente a favor de vota, esto es factible.
Tal es el envite.
Los votantes del PP, PSC y C's no suman ni de lejos la mitad más uno de los votos populares en el Parlament.
Existe un riesgo muy alto de que esta vez muchos o al menos algunos votantes contrarios a la independencia, asustados por una política de hechos consumados, encaminen sus pasos y acudan a votar NO a la independencia, aunque sea en unas nuevas urnas de cartón.
Sería un error gravísimo, porque la democracia no se vota. Y esta consulta no merece que un demócrata se desplace.
Pero si se alcanza ese 50% más un de participación, la separación de Cataluña será inevitable.
Estas cosas ocurren cuando no se quiere encarar un problema con la voluntad madura de poner a cada cual en su sitio: si la aspiración a la independencia es legítima, tal como ha reconocido el TC, al Gobierno central le correspondía dar respuesta a una demanda que surge de un Parlamento autonómico con una amplísima mayoría y el respaldo de mucho más que el 50% de la población representada en él.
Los precedentes de Quebec y Escocia son la prueba de que las independencias requieren de mayoría muy amplias, cosa que no se da en Cataluña.
No hay precedentes de secesión con menos del 70% de apoyo.
¿De qué se tiene miedo?
Cameron no se equivocó acordando el referéndum escocés. Ni siquiera se equivocó convocando el Brexit en un exceso de optimismo antropológico: se equivocó no dejando votar a los millones de británicos expatriados con más de 10 años de residencia en el exterior, la mayoría de los cuales eran ciudadanos residentes en la UE afectados potencialmente por el Brexit.
Se equivoca el Gobierno central si no entiende que es mejor arriesgarse a una posible ruptura pactada que padecer una inevitable ruptura unilateral.