El edito de Charlie, en el que compara a Fillon con Fidel.
Hum, las comparaciones siempre son odiosas, si bien algo de eso hay.
Pero Fillon no es un serial killer como el otro.
Pero Fillon no es un serial killer como el otro.
Aquí en V.O.
Aquí en tradu exprés.
Fidel Fillon
Un ser se apaga, y otro prende. La semana en que el
mundo descubre la existencia de François Fillon, Fidel Castro se nos va. Con él
"se paga una página de la historia del siglo XX" nos machacan desde los
periódicos: la década de los 60, los cochazos
americanos, Kennedy, Bahía de Cochinos, la crisis de los misiles, Jruschov en la tribuna de la ONU y su zapato... Los ingredientes perfectos para una
película de Oliver Stone, que deleitará a todos los gandules a los que les cuesta leer un libro
de historia real sobre el asunto.
La muerte de Fidel Castro nos interpela: ¿Quién tomará el
relevo de la revolución? ¿Acaso François Fillon dejará su dulce campiña para conquistar
una por una las principales ciudades del país, como hicieron Castro y sus
"barbudos" de Sierra Maestra
en ruta hacia La Habana? Cada cual tiene los revolucionarios que puede permitirse. Pues hoy
en día las únicas revoluciones que se nos proponen son las revoluciones
reaccionarias. Ya no es el futuro brillante lo que enardece a las multitudes, sino
el pasado glorioso o supuestamente tal. Fillon es el Fidel Castro del pasado.
Quiere echar de Francia a los sindicatos, a los funcionarios, a los
contestatarios, igual que Castro quería echar de Cuba a la mafia y a los tugurios
estadounidenses.
Fidel Fillon dirigirá con mano de hierro las reformas
que suprimirán el impuesto a las grandes fortunas, obligarán a los asalariados
a trabajar más tiempo y expulsarán a los agricultores de sus tierras para
construir en ellas aeropuertos que no servirán para nada.
Fillon nació en el lugar equivocado y en el momento erróneo. Si hubiera nacido en Cuba, habría dirigido implacablemente la
represión contra los enemigos de la Revolución. Si hubiera nacido en la URSS,
habría hecho trabajar hasta la muerte a los trabajadores estajanovistas para
cumplir con los objetivos de producción establecidos por el Comité Central. Si hubiera
nacido en China, habría proclamado la revolución cultural para limpiar las
universidades de intelectuales demasiado progresistas.
La Francia de Fillon quiere circular de nuevo en Renault 16.
Fillon fantasea con ser el hombre de la ruptura: pero como los
últimos revolucionarios ya no existen, se contenta con las sobras. ¿Por
qué Fillon admira tanto a Vladimir Putin? Tal vez porque ambos viven
en la nostalgia. La de la Unión Soviética
y el KGB, en el caso de Putin; la de la
Francia que iba a misa todos los domingos, en el de Fillon.
Cuánto camino hemos recorrido: Pompidou era un experto en poesía,
Mitterrand estaba enamorado de la literatura y Chirac era un especialista en temas
asiáticos. Después, las cosas se degradaron. Sarkozy era un mero aficionado a los
relojes de muñeca; y de Hollande no se sabe nada. Si resulta elegido, Fillon será el
primer presidente francés apasionado por los tubos de escape de Las 24 horas de Le Mans. La Francia de Fillon
quiere volver a circular en Matra, en Citroen DS, en Renault 16, como en las
películas francesas de la década de los 70, en que los coches de la Policía aún aullaban en plan "pin-po-pin-po...". Nos podemos reír de Trump y de su sala
de estar chapada en oro, decorada junto a su esposa importada por paquetería exprés de
los países del Este. Pero la Francia de Fillon olerá al escay de los asientos de los coches setenteros que provocaba vómitos en la chiquillería a
la vuelta de vacaciones. Dan náuseas las dos cosas.
Con Fillon, ha vuelto
la Francia reaccionaria y tiene toda la intención del mundo de alzarse frente a la
Francia de la diversidad, de las “banlieues” y todo el que lleve una gorra ladeado en la testa. La elección de los votantes ya no es entre un programa
de izquierdas y otro de derechas, sino entre dos estampados de papel de pared para decorar
nuestras vidas: uno con un tractor en primer plano y una iglesia en lontananza; o bien otro con bloques de viviendas suburbanas y jóvenes en los
portales pegados a sus iPhones. La derecha tiene fantasías de una Francia eterna,
mientras que la izquierda se masturba la mente con la Francia de la diversidad.
Al elegir a su candidato, la derecha ha desvelado al mismo tiempo su
programa. La izquierda tendrá que ponerse a ello. Pero anda tan dividida en casi
todos los temas (economía, seguridad,
laicismo...) que tendría que celebrase al menos diez primaria para poner un poco de orden en
esta algarabía ideológica.
Castro lo comprendió perfectamente: un líder, un
programa, un partido. La derecha acaba de nombrar a su Líder Máximo. Le toca
ahora a la izquierda escoger a su Comandante.
Riss, director de Charlie
Hebdo.