Aquí.
El cachondeo que sea traen estos dos, remedando a Felipe y a Alfonso, pero en modo previo o beta al asalto a los cielos, es tan chusco, que deja claro que todo forma parte de una campaña de marketing, salida probablemente de la cabeza calenturienta que parió la idea del catálogo de IKEA.
Lo triste es que este tipo de acciones funciona en el mercado electoral español tan emputecido como huero de ideas y proyectos.