Así como en las dictaduras los golpes de Estado pueden, a veces, traer la democracia, en democracia los golpes de mano nunca salvan la democracia.
Ayer, al forzar la dimisión de un secretario general del PSOE elegido por las bases sin consultar a las bases o retrasando esa consulta sine die, los críticos, gran parte de los barones, el comando Prisa, Felipe, Zapatero y Rubalcaba (muditos ellos dos), han asestado un golpe al partido mortal de necesidad y, de paso, una tarascada a la democracia española, al sistema del 78 que ahora sí, entre unas cosas y otras, está perdiendo su legitimidad a ojos de la ciudadanía.
No hará falta que voten sólo los menores de 45 años para que en breve Podemos inicie su asalto al sistema: para desguazarlo.
Para que el populismo triunfe, las tres patas del éxito son: los jóvenes, las minorías (nacionalistas), y el voto feminista de pro. Si a esto se le añade una abstención que cada vez más se acerca al 40%...
Si Podemos pone en todo lo alto a una mujer joven, de una minoría (catalana) y feminista, ésta será la primera jefa de gobierno en Moncloa: esa (h)ada ya existe y azota en Barcelona.
En Barcelona y Vitoria, algunos se frotan las manos.