Smith aboga por la tecnología y refuta a Viner en varias de sus afirmaciones.
Tiene razón Smith, pues el uso torticero de la tecnología nada tiene que ver con ella sino con quien la usa con mala idea y peor baba.
El mal uso de la tecnología se combate con más tecnología, como dice AE.
La veracidad brillará más y mejor cuanto menos barreras haya a la información.
De todos modos no se pueden ponen contraventanas al ciberespacio.
Chris Smith
14 de julio de
2016
Guardian Tech Truth [ La tecnoverdad del guardián (traducción libre)]
Aquí en VO.
Y aquí debajo en subtítulos españoles tipo exprés:
Tras el descalabro del post-Brexit, de
un modo u otro se han echado al menos la mitad de las culpas a Europa y a sus “actores”. Ahora le toca pagar el pato a la tecnología.
Chris Smith rompe una lanza en favor de ésta.
La nueva
directora del Guardian, Katharine
Viner, imbuida de su nueva misión, firma una larguísima tribuna-editorial en la
que argumenta con notable brío y elocuencia que gran parte de nuestra bajada a los infiernos de una sociedad post-factual, en la que la verdad tendría cada
vez menos importancia, se debe a las redes sociales y a Internet.
Alega Viner
que el hecho de poder compartir con celeridad la información gracias a la
tecnología ha hecho que las verdades a medias —o incluso las contraverdades— campasen por sus respetos en medio planeta el doble de rápido que antes. Y que
la búsqueda a toda costa del mayor número de clics (y, su correlato, las cifras
falseadas de páginas-cebos de clics) ha socavado los principios de la
integridad periodística.
Como miembro
de ambos colectivos considero que esto es bastante injusto para con la
tecnología y el impacto benéfico de ésta en un oficio como el del periodismo.
Viner nos dice: “En la era digital es más fácil que nunca publicar información falsa que rápidamente se comparte y se toma por verdadera”.
Viner nos dice: “En la era digital es más fácil que nunca publicar información falsa que rápidamente se comparte y se toma por verdadera”.
Si bien tal
cosa es cierta, es injusta con el hecho de que la red y sus diversas facetas
tecnológicas pueden llegar a ser un aliado de tanta importancia para la democracia
y la verdad como lo pueda ser una prensa libre e imparcial.
Ciertamente,
hay gente que miente en la red y comparte información falsa, pero Internet ha
engendrado a su vez un periodismo ciudadano y ha hecho que afloren muchas verdades insoslayables merced a una
visión sin filtros de la realidad.
En muchas
ocasiones, en la era de los teléfonos inteligentes, las noticias nos llegan sin
intermediarios. Mediante aplicaciones como Periscope podemos visualizar la
escena de los hechos y presenciar los acontecimientos tal como éstos se
desarrollan. Y aunque todos somos portadores de nuestros propios prejuicios, al
menos en teoría podemos convertirnos en testigos imparciales de la verdad.
Pensemos en
los vídeos filmados por ciudadanos de las agresiones de la Policía de los
EE.UU., o de las revueltas contra distintos regímenes opresores en varios
puntos del planeta, o de las atrocidades que se cometen “en otros lugares”,
lugares que no siempre hallan su hueco en los sumarios de los noticiarios del
mundo occidental; o pensemos incluso en el vídeo de esa madre anónima de la
América profunda que se ríe como una loca al volante bajo su máscara de Chewbacca.
Internet nos
muestra más cosas del mundo de las que estábamos acostumbrados, no sólo
“alterando” así el concepto tradicional de “verdad”, sino revelando otras
verdades, a menudo novedosas o molestas.
Las redes
sociales han permitido el relato de estas historias humanas de una manera que
nunca hizo —o quiso hacer— el periodismo “de toda la vida”. Y gracias a la naturaleza orgánica que
suponer el poder compartir todo esto, se ha empoderado a las personas para que
decidan qué merece ser noticioso o no. A menudo, y gracias a la tecnología, son estos
mismo medios los que hacen el seguimiento de las noticias que ellos han propiciado.
Un simple hashtag como #BlackLivesMatter [Las vidas de los negros importan] no sólo
puede hacer llegar un mensaje a millones de personas, sino también organizar y
movilizar a comunidades enteras, y con ello coadyuvar al diálogo con nuestros
dirigentes. Millones de voces pueden unirse para exigir que los poderosos
rindan cuentas de un modo que ellos ya no pueden ignorar. Nada de todo esto habría sido
posible hace unos diez años.
La
tecnología ha facilitado el que surjan nuevas voces. Después del Brexit la voz
a la que más oídos se prestó no fue la de un columnista profesional sino la de
una persona del público que comentó un artículo del Financial Times.
Mientras
muchas declaraciones parecidas pululaban por las redes sociales, ésta en
concreto de Nicole Perlroth fue objeto
de 32 000 retuiteos:
Nicole
Perlroth ✔
@nicoleperlroth
La vision más certera del #Brexit es, de hecho, este comentario de hoy de un lector del Financial Times.
11:23 AM - 24 Jun 2016
32,040 32,040 Retweets 31,029 31,029 likes
Muchas veces son los apasionados y no remunerados comentadores de los medios sociales los que se baten el cobre junto a los veteranos periodistas, ya sea verificando los “hechos” y pasando por el cedazo las declaraciones de los poderosos, como poniendo en tela de juicio la sabiduría preestablecida de éstos, o bien mostrándonos cosas en las que, sin ellos, no habríamos ni siquiera reparado.
Verbigracia, de no ser por la intervención de la señora Lilly Allen, ¿acaso habríamos tenido conocimiento de la reunión discreta de Nigel Farage con Rupert Murdoch en una fiesta al aire libre justo antes (casualidad o no) de su dimisión como líder del UKIP?
Pokemom ✔ @lilyallen
2:10 PM - 3 Jul 2016
1,523 1,523 Retweets 2,627 2,627 likes
“Estoy en una fiesta al aire libre. Espero que no se me pongan al lado Voldemort o Nicholas Fromage. Me pondría enferma.”
LA ECONOMÍA DEL CLIC
Viner acierta cuando afirma que la búsqueda de la gallina de los clics de oro en la era digital podría dañar la propia fibra periodística, esa que aboga por la verdad y por la neutralidad. Pero ello no es culpa en absoluto de la tecnología.
Viner acierta cuando afirma que la búsqueda de la gallina de los clics de oro en la era digital podría dañar la propia fibra periodística, esa que aboga por la verdad y por la neutralidad. Pero ello no es culpa en absoluto de la tecnología.
Si nos fijamos de los “cebos de clics”, la tecnología podría ser el catalizador y nosotros los
drogadictos, pero la industria de los medios de comunicación es a menudo el que facilita los
camellos.
Viner
escribe: “El impacto en el periodismo de la crisis del modelo de
negocio consiste en que, de tanto ir detrás de los clics baratos a expensas de
la exactitud y la veracidad, las empresas de noticias socavan su razón misma de
existir: descubrir cosas y decirles a los lectores la verdad; informar,
informar e informar”.
Servidor es un
ferviente admirador del Guardian y de
su compromiso con el periodismo fuerte e independiente. Y me enorgullece poder
colaborar ocasionalmente con este periódico. En un mundo ideal, todas las
empresas periodísticas y sus dueños serían los paladines encargados de defende tan encomiable misión.
Pero por
desgracia, multimillonarios como Paul Dacre (Daily Mail), Rupert Murdoch (The
Sun) y Desmond (Express) llevan utilizado desde hace demasiado tiempo sus canales de noticias para propalar su
ideología personal, hacer valer sus intereses políticos y reforzar sus
intereses comerciales.
Para estas
personas, la fiabilidad ya era algo muy secundario mucho antes de que al modelo de
negocio de la prensa lo hubiese cambiado la tecnología.
Denostar la
tecnología por facilitar una “economía del clic rápido” se asemeja a una
versión actualizada de las críticas de antaño a los periódicos por publicar noticias
falsas o sensacionalistas para aumentar sus ventas. Se trata de la misma gente
con sus problemas de siempre, sólo que ahora a través de otros soportes.
De hecho, si
el referéndum sobre la UE nos ha dejado algo claro es el temible poder que
sigue ostentando la City londinense. Con su propaganda a favor del Brexit, tres
individuos —Murdoch, Dacre y Desmond, un decir— han podido tener más influencia
sobre el resultado que los Johnson, Gove y Farage, en el bando que ha salido trasquilado tras esta
consulta en particular, por no hablar ya de los demás…
RENDICIÓN DE
CUENTAS DE LOS MEDIOS TRADICIONALES
En tiempos, se solía
decir que el periódico de ayer servía para envolver el pescado de mañana, pero
en el caso de The Sun se podría afirmar
que su página inicial puede convertirse en una miserable página 9 de disculpas a cinco columnas.
Tomemos por
ejemplo las “cuentas de disculpas y rectificaciones” para medios como el Sun; la referida a este diario tiene más de 20 mil
seguidores en Twitter. Estas cuentas arrojan luz sobre unas redacciones, con
todas sus obligaciones legales, a las que se les ha dado muy poca importancia
si las comparamos con la noticia original (incorrecta o falsa); pues bien,
estas cuentas de rectificación podrían no existir.
Si se arroja
la luz suficiente sobre las mentiras, si afloran éstas y se desmienten a base
de compartir en las redes, entonces tal vez la gente dejará de fiarse de The Sun en temas de Estado como el
referéndum sobre la UE. Lo sé, soñar es gratis…
The Sun Apologies @SunApology
6:20 PM - 18 Sep 2015
1,667 1,667
Retweets 734 734 likes
Gracias por seguirnos. Agradecemos a
todos esta ayuda que le dais al Sun
Comparte el mensaje.
Con un
enfoque algo más cínico, The DM Reporter (con 60 mil seguidores) se centra en
las noticias del Daily Mail y los ecos de su siempre divertida y
desasosegante sección de comentarios. Ambas cuentas mencionadas se nutren de recomendaciones
colaborativas, con seguidores que envían sus sugerencias a una central. Ambas
cuentas han hecho que esos periódicos se vieran expuestos a las parodias de sí
mismos en que se han convertido.
The DM Reporter @DMReporter
11:34 AM - 12 Jul 2016
79 79 Retweets 64 64 likes
CINE: El remake de los Ghostbusters obtiene buenas críticas; si les dijimos a nuestros lectores que no era así es para que pudieran seguir quejándose acerca del feminismo.
Si nos fijamos
en la votación sobre el Brexit, mi familia se lamentaba de que las mentiras
abundasen tanto en ambos bandos, lo cual es cierto, claro (los partidarios de la salida
se desdijeron de muchas de sus promesas de campaña en cuanto acabó el recuento
de votos); pero lo que importa en términos periodísticos es que estas trolas
procedían de los medios de comunicación que apoyaban a uno y a otro campo.
Esto es lo
que hace que muchos de nosotros nos arrepintamos del sentido que dimos a
nuestro voto. Ahora Google contesta a preguntas como “¿Qué supone el Brexit?” porque
los canales de noticias tradicionales no lograron facilitar este tipo de
información de un modo claro y no sesgado.
Seguro que
todos conocemos a gente así. Seguramente se sientan a nuestro lado en el trabajo o comparten nuestra cama por la noche. Son amigos, colegas y allegados. No los
han llevado al huerto los medios sociales, o el periodismo ciudadano sino que
han acabado en el huerto por lo poco fiables que se han vuelto actualmente los
medios de comunicación “mainstream”.
¿Qué les
dije yo a mis seres queridos? Les informé de que había de hecho una fuente
omnipresente e ilimitada de información gratuita a la que se puede acceder
gracias a un dispositivo de mano. Es un pozo sin fondo, les dije, pero tenéis
que explorarlo.
Cuando se
hace uso de la tecnología son innumerables las maneras de alcanzar la verdad,
o, al menos, de hallar una verdad con la que identificarse. Cada día tenemos al
alcance de nuestros dedos todo un mundo de contenidos, y la mayor parte de
estos carecen de un propósito específico predeterminado. Para los temas complejos, las
aclaraciones las recabo en fuentes que son Intenet, los medios digitales y las
redes sociales.
Los medios
tradicionales todavía desempeñan una función vital en nuestra sociedad, pero
ya no son la panacea que fueron en los tiempos del "reportaje".
Y ésta es una
verdad que hemos de aprender a aceptar.
AMPLIAR
NUESTROS HORIZONTES, O BIEN ¿MOSTRARNOS LO QUE QUEREMOS?
Viner afirma que las grandes empresas de la red, como Facebook o Google, más que ampliar nuestros horizontes, animándonos a consultar un mayor número de fuentes, lo que hacen es convertirse en anteojeras que refuerzan nuestras opiniones preexistentes y achican nuestra cosmovisión.
Viner nos dice que
las búsquedas de Google o los algoritmos de tendencias en FB impiden que podamos
descubrir perspectivas que cuestionen nuestros prejuicios. Básicamente, que nos ceban con cosas que ya sabíamos y que, por lo tanto, sólo estamos en
disposición de digerir aquello que querríamos leer.
Si bien soy
el primero en reconocer que la red no es lo abierta que debiera, prefiero
aventurarme en Google más que resignarme a las limitadas fuentes que ofrecen
los medios de toda la vida.
Si, tal como
se pretende por parte de algunos, los empleados de Facebook son poco honestos
y favorecen sus propias opiniones
personales cuando filtran las noticias y fijan las tendencias, esto sería algo
ciertamente peligroso. Los usuarios de los medios sociales no consideran que
hayan de ser objeto de sesgos políticos; y tienen toda la razón del mundo en
esto.
Sin duda es
legítimo preocuparse por el uso de las tecnologías y de sus plataformas como
instrumentos para que exista un periodismo independiente, honesto y veraz.
Comparto muchas de estas preocupaciones, como por ejemplo la capacidad de publicaciones
de calidad como el Guardian de poder
seguir a flote en unas aguas infectadas por el Churnalism [periodismo a base de refritos] en que los titulares
sensacionalistas mandan y el contenido de la empresas de marketing se mezcla
con la información seria; unas aguas en que el cortar y pegar se considera
lo más habitual.
Sin embargo,
sería injusto demonizar la tecnología en su conjunto, pues ésta ha hecho más para
favorecer la libertad de expresión y democratizar el mundo del periodismo
que cualquier reportero, periódico o primicia. La mayor parte de los que pasamos
de los 30 jamás habríamos soñado llegar a donde estamos hoy; al menos si los
planteamos en términos de diversidad de opiniones y voces.
Veamos el
impacto que tuvo Wikileaks en su más bien breve recorrido. Si alterar la verdad significa que ahora puedan hacerse oír los denunciantes
internos (whistleblowers), entonces bienvenida sea la novedad.
Se esté más
o menos de acuerdo con el enfoque disperso, y al decir de algunos, temerario de
Wikileaks, es un hecho que obliga a los gobiernos a rendir cuentas; y la información que facilitaron acerca de las guerras en Irak y Afganistán contribuyeron a conformar
nuestra comprensión de estos conflictos.
Siguiendo la
estela de la labor pionera de Snowden sobre sus revelaciones de la NSA [Agencia
Nacional de Seguridad], el propio Guardian
se puso a actuar con la plataforma de
denunciantes llamada Secure Drop, que se nutre de información aportada por loa
ciudadanos bajo cubierto del anonimato. Son estos unos instrumentos
valiosísimos en nuestra sociedad moderna.
La
tecnología es algo que, por su propia naturaleza, altera las cosas, y está bien que sea así: desde siempre la tecnología ha
alterado las comunicaciones, los transportes, los medios de pago, el ocio y el
comercio. En la mayoría de los casos estas alteraciones son avances de los que
no querríamos deshacernos. Los medios de comunicación no son una excepción, y
como todo en la vida, deben evolucionar al tiempo que se mantienen firmes en sus principios.
No, la tecnología no impide llegar a la verdad. En muchos casos, es nuestra única esperanza de poder alcanzarla.